Corea del Norte: la guerra que viene
Geopolitik
Gregorio Jácome Moreno
Los
portaaviones norteamericanos surcarán en estos días, sigilosos, las aguas del
Mar Amarillo y el Mar de Japón que rodean la península asiática en donde se
localizan las dos Coreas, la del norte y la del sur, en lo parece ser la
víspera de un enfrentamiento militar pues los acorazados gringos no están allí
para nada en son de paz. Los intereses económicos, más que los políticos y
religiosos, son los que mueven a Estados Unidos a crearse enemigos a modo para
saciar su naturaleza bélica y promover su vocación de policía del mundo: Irak,
Afganistán, otra vez Irak y Siria, son las últimas experiencias internacionales
en que han mostrado su “ímpetu” de salvaguardar el planeta.
El
lunes 17 de abril, justo en la línea que divide ambas Coreas, y acaso al igual
que en la Franja de Gaza, es uno de los sitios del planeta donde se respira
mayor tensión, el vicepresidente norteamericano Mike Pence declaró como si
fuera un padre hartado de la desobediencia de un hijo adolecente que “La era de
la paciencia estratégica se acabó….Queremos ver como Corea del Norte abandona
su imprudente camino en el desarrollo de armas nucleares. El uso continuo y las
pruebas de misiles balísticos es inaceptable”. Como siempre, la razón obra en
poder de los gringos. Ellos sí pueden tener armas nucleares, los países que no
son sus aliados no. Ellos sí pueden hacer las pruebas que quieran con las
bombas, tienen a la mamá de todas ellas, e inclusive arrojarlas en sitios
estratégicos, pero los países que no son sus aliados no. Así funciona en
términos simples y generales la política internacional de Estados Unidos, ahora
bajo el liderazgo de un peligroso ocurrente como Donald Trump, quien en una
entrevista para CNN ya le recomendó a su homólogo norcoreano Kim Jong-un
“portarse bien”.
Conviene
conocer algunas de las características de este país pequeño en territorio y
joven aún en historia en comparación con la China milenaria. Surge como la
República Popular de Corea el 9 de septiembre de 1948, una vez que se niegan a
entrar en elecciones para elegir un gobernante para todo el territorio
peninsular, ambas Coreas reclamaban el territorio como propio. De 1950 a 1953
entran en hostilidades, nunca firmaron un acuerdo de paz por lo que existe
entre las dos naciones un estado de guerra latente, aquí es donde Estados
Unidos participa por primera vez apoyando a Corea del Sur. A pesar de se han
vivido momentos lucidos como las jornadas de “reencuentro” entre familiares que
quedaron separados en una u otra Corea al término de la Segunda Guerra Mundial,
la constante ha sido el odio entre dos naciones supuestamente hermanas,
corrijo, el odio entre los gobernantes de dos naciones hermanas. Este es el
trasfondo que encierra la coyuntura actual.
El
primer gobernante de Corea del Norte es Kim il- sung, fue impuesto en el cargo
por los rusos a cambio de observar un régimen comunista. Allá se le conoce como
el “líder eterno”, hay todo un culto nacional hacia su persona, prueba de ello
son las fotografías gigantes con leyendas de propaganda en todo Pyongyang. De
ahí heredó el gobierno a su hijo Kim Jong-il. Ni hablar de elecciones libres.
Jong –il se mantuvo fiel al modelo comunista inclusive a la caída de Unión
Soviética, cero inversiones privadas ni apertura al mundo económico al estilo
chino, el país siguió siendo una ínsula al margen de los cambios acelerados que
sobrecogían al mundo. Lo peor fue que en algún momento a Jong – il se le ocurrió
una idea que a la postre se le saldría de control: invertir en la fabricación
de armas nucleares. Mientras sus vecinos asiáticos China, Japón y los coreanos
del Sur, habrían sus fronteras a los mercados mundiales y se erigían como
potencias a la par de los europeos, los coreanos del norte permanecían
retraídos en sí mismos, casi al estilo cubano, solo que si a los de la isla
caribeña los mantiene vivos el ron y el son, a los de Corea del Norte los
alberga un instinto de lucha permanente, una naturaleza bélica en constante
ebullición.
Jong
il resultó enamoradizo, se casó tres veces, con la última esposa procreó a un
hijo, este resulta ser Kim Jong- un, el líder actual norcoreano que cada que
habla pone en vilo a medio mundo. A la muerte de su padre en 2011 era quien
menos posibilidades de heredar el gobierno tenía, un tío suyo de nombre Jang
Song – thaek reclamó para sí el poder pero fue ejecutado – supuestamente – por
el sobrino que ese entonces tenía 28 años, ahora ronda los 33. Kim Jong – un posee
una figura caricaturesca, es regordete y con peinado de bacín, por su edad
biológica pertenece a la generación de los “milenials”, sin embargo, es poco
probable que sepa lo que es Facebook y se nota incapaz de compartir imágenes
por Whatts ap.
Además
del título de “Líder Supremo” de la República Popular Democrática de Corea, el
bueno de Kim Jong posee otros nombramientos, es al mismo tiempo, Secretario
General del Partido del Trabajo de Corea, Presidente de la Comisión Militar
Central, Presidente de la Comisión de Defensa Nacional, Comandante Supremo del
Ejército del Pueblo Coreano y miembro del Presidium del Comité Permanente del
Politburó del Partido de los Trabajadores de Corea, en síntesis, se trata de un
dictador perfecto con toda la estampa.
Decía
arriba que el pueblo de Corea del Norte posee una inclinación natural por la
guerra, es el país con el número más elevado de personal militar y paramilitar
con 9,495,000 elementos, su ejército tan sólo es el cuarto más grande del mundo
con 1,210,000, lo cual representa una cifra inmensa de acuerdo al total de
habitantes. Lo cierto es que para activar las armas nucleares no se necesita de
muchos.
En
su momento Barack Obama pensó que estaba ante un país cualquiera de América
Latina y podría derrocar a Kim Jong-un desde adentro, los especialistas del
pentágono en el tema de Corea del Norte se encontraron con una estructura
militar infranqueable, como buen estado totalitario que es a los militares
sospechosos de traición los ejecutan, por lo que prevalece una lealtad al
régimen absoluta. También se encontraron que la estructura social está
conformada por un sistema de castas al que le llaman Songbun, el cual se divide
en tres estratos bien diferenciados: en primer lugar están los “leales”, es
decir los descendientes que combatieron a los japoneses durante la ocupación a
principios del siglo XX, ellos tienen derecho a vivir en la capital Pionyang y
el acceso preferencial a los servicios de educación y salud. Luego están los
“vacilantes”, son artesanos, obreros, campesinos e intelectuales orgánicos – no
hay de otros -, son técnicos y viven medianamente vigilados. Finalmente, en el
nivel más bajo de la estratigrafía social se hallan los “hostiles”, son los
familiares de personas que han huido a
Corea del Sur, los descendientes de quienes colaboraron con Japón, o
aquellos que son señalados como portadores de ideas ajenas al régimen, estos
tienen prohibido vivir en la capital, son sometidos a los trabajos más duros,
padecen discriminación y son vigilados todo el tiempo.
La
intervención militar parece ser la única alternativa de Estados Unidos para
derrocar al régimen Coreano, a diferencia de Irak, donde presumiblemente
buscaban armas químicas, en Corea del Norte si hallarán resistencia, mucho más
si Rusia y China entran a defender a la hermana menor y rebelde de las
Repúblicas Asiáticas. De manera que estamos ante la posibilidad inminente de
una Tercer Guerra, es decir, vidas humanas que están en peligro por culpa de la
desfachatez con que los líderes gobiernan a sus pueblos. Y es que hasta el
momento Corea del Norte solo ha hecho pruebas con sus armas nucleares, lo malo
es que no tardará el momento en que las utilicen de verdad. Nadie quisiera
saber en este momento, cual sería ese probable destino. Lo cierto es que de
todo ello la humanidad en su conjunto es la menos culpable y al mismo tiempo la
que padecerá en carne propia las secuelas de los caprichos del poder.
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