miércoles, 19 de abril de 2017

Corea del Norte: la guerra que viene

Geopolitik

Gregorio Jácome Moreno

Los portaaviones norteamericanos surcarán en estos días, sigilosos, las aguas del Mar Amarillo y el Mar de Japón que rodean la península asiática en donde se localizan las dos Coreas, la del norte y la del sur, en lo parece ser la víspera de un enfrentamiento militar pues los acorazados gringos no están allí para nada en son de paz. Los intereses económicos, más que los políticos y religiosos, son los que mueven a Estados Unidos a crearse enemigos a modo para saciar su naturaleza bélica y promover su vocación de policía del mundo: Irak, Afganistán, otra vez Irak y Siria, son las últimas experiencias internacionales en que han mostrado su “ímpetu” de salvaguardar el planeta.


El lunes 17 de abril, justo en la línea que divide ambas Coreas, y acaso al igual que en la Franja de Gaza, es uno de los sitios del planeta donde se respira mayor tensión, el vicepresidente norteamericano Mike Pence declaró como si fuera un padre hartado de la desobediencia de un hijo adolecente que “La era de la paciencia estratégica se acabó….Queremos ver como Corea del Norte abandona su imprudente camino en el desarrollo de armas nucleares. El uso continuo y las pruebas de misiles balísticos es inaceptable”. Como siempre, la razón obra en poder de los gringos. Ellos sí pueden tener armas nucleares, los países que no son sus aliados no. Ellos sí pueden hacer las pruebas que quieran con las bombas, tienen a la mamá de todas ellas, e inclusive arrojarlas en sitios estratégicos, pero los países que no son sus aliados no. Así funciona en términos simples y generales la política internacional de Estados Unidos, ahora bajo el liderazgo de un peligroso ocurrente como Donald Trump, quien en una entrevista para CNN ya le recomendó a su homólogo norcoreano Kim Jong-un “portarse bien”.
Conviene conocer algunas de las características de este país pequeño en territorio y joven aún en historia en comparación con la China milenaria. Surge como la República Popular de Corea el 9 de septiembre de 1948, una vez que se niegan a entrar en elecciones para elegir un gobernante para todo el territorio peninsular, ambas Coreas reclamaban el territorio como propio. De 1950 a 1953 entran en hostilidades, nunca firmaron un acuerdo de paz por lo que existe entre las dos naciones un estado de guerra latente, aquí es donde Estados Unidos participa por primera vez apoyando a Corea del Sur. A pesar de se han vivido momentos lucidos como las jornadas de “reencuentro” entre familiares que quedaron separados en una u otra Corea al término de la Segunda Guerra Mundial, la constante ha sido el odio entre dos naciones supuestamente hermanas, corrijo, el odio entre los gobernantes de dos naciones hermanas. Este es el trasfondo que encierra la coyuntura actual.

El primer gobernante de Corea del Norte es Kim il- sung, fue impuesto en el cargo por los rusos a cambio de observar un régimen comunista. Allá se le conoce como el “líder eterno”, hay todo un culto nacional hacia su persona, prueba de ello son las fotografías gigantes con leyendas de propaganda en todo Pyongyang. De ahí heredó el gobierno a su hijo Kim Jong-il. Ni hablar de elecciones libres. Jong –il se mantuvo fiel al modelo comunista inclusive a la caída de Unión Soviética, cero inversiones privadas ni apertura al mundo económico al estilo chino, el país siguió siendo una ínsula al margen de los cambios acelerados que sobrecogían al mundo. Lo peor fue que en algún momento a Jong – il se le ocurrió una idea que a la postre se le saldría de control: invertir en la fabricación de armas nucleares. Mientras sus vecinos asiáticos China, Japón y los coreanos del Sur, habrían sus fronteras a los mercados mundiales y se erigían como potencias a la par de los europeos, los coreanos del norte permanecían retraídos en sí mismos, casi al estilo cubano, solo que si a los de la isla caribeña los mantiene vivos el ron y el son, a los de Corea del Norte los alberga un instinto de lucha permanente, una naturaleza bélica en constante ebullición.
Jong il resultó enamoradizo, se casó tres veces, con la última esposa procreó a un hijo, este resulta ser Kim Jong- un, el líder actual norcoreano que cada que habla pone en vilo a medio mundo. A la muerte de su padre en 2011 era quien menos posibilidades de heredar el gobierno tenía, un tío suyo de nombre Jang Song – thaek reclamó para sí el poder pero fue ejecutado – supuestamente – por el sobrino que ese entonces tenía 28 años, ahora ronda los 33. Kim Jong – un posee una figura caricaturesca, es regordete y con peinado de bacín, por su edad biológica pertenece a la generación de los “milenials”, sin embargo, es poco probable que sepa lo que es Facebook y se nota incapaz de compartir imágenes por Whatts ap.

Además del título de “Líder Supremo” de la República Popular Democrática de Corea, el bueno de Kim Jong posee otros nombramientos, es al mismo tiempo, Secretario General del Partido del Trabajo de Corea, Presidente de la Comisión Militar Central, Presidente de la Comisión de Defensa Nacional, Comandante Supremo del Ejército del Pueblo Coreano y miembro del Presidium del Comité Permanente del Politburó del Partido de los Trabajadores de Corea, en síntesis, se trata de un dictador perfecto con toda la estampa.

Decía arriba que el pueblo de Corea del Norte posee una inclinación natural por la guerra, es el país con el número más elevado de personal militar y paramilitar con 9,495,000 elementos, su ejército tan sólo es el cuarto más grande del mundo con 1,210,000, lo cual representa una cifra inmensa de acuerdo al total de habitantes. Lo cierto es que para activar las armas nucleares no se necesita de muchos.

En su momento Barack Obama pensó que estaba ante un país cualquiera de América Latina y podría derrocar a Kim Jong-un desde adentro, los especialistas del pentágono en el tema de Corea del Norte se encontraron con una estructura militar infranqueable, como buen estado totalitario que es a los militares sospechosos de traición los ejecutan, por lo que prevalece una lealtad al régimen absoluta. También se encontraron que la estructura social está conformada por un sistema de castas al que le llaman Songbun, el cual se divide en tres estratos bien diferenciados: en primer lugar están los “leales”, es decir los descendientes que combatieron a los japoneses durante la ocupación a principios del siglo XX, ellos tienen derecho a vivir en la capital Pionyang y el acceso preferencial a los servicios de educación y salud. Luego están los “vacilantes”, son artesanos, obreros, campesinos e intelectuales orgánicos – no hay de otros -, son técnicos y viven medianamente vigilados. Finalmente, en el nivel más bajo de la estratigrafía social se hallan los “hostiles”, son los familiares de personas que han huido a  Corea del Sur, los descendientes de quienes colaboraron con Japón, o aquellos que son señalados como portadores de ideas ajenas al régimen, estos tienen prohibido vivir en la capital, son sometidos a los trabajos más duros, padecen discriminación y son vigilados todo el tiempo.


La intervención militar parece ser la única alternativa de Estados Unidos para derrocar al régimen Coreano, a diferencia de Irak, donde presumiblemente buscaban armas químicas, en Corea del Norte si hallarán resistencia, mucho más si Rusia y China entran a defender a la hermana menor y rebelde de las Repúblicas Asiáticas. De manera que estamos ante la posibilidad inminente de una Tercer Guerra, es decir, vidas humanas que están en peligro por culpa de la desfachatez con que los líderes gobiernan a sus pueblos. Y es que hasta el momento Corea del Norte solo ha hecho pruebas con sus armas nucleares, lo malo es que no tardará el momento en que las utilicen de verdad. Nadie quisiera saber en este momento, cual sería ese probable destino. Lo cierto es que de todo ello la humanidad en su conjunto es la menos culpable y al mismo tiempo la que padecerá en carne propia las secuelas de los caprichos del poder.

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