Como ya
sabemos la adolescencia es una etapa del desarrollo, donde se presentan cambios
físicos, hormonales, emocionales, de madurez, donde todos podemos decir que somos
un tanto bipolares y rebeldes. Los jóvenes quieren experimentar nuevas cosas,
quieren tener más amigos, empiezan a querer conocer a más gente, salir a fiestas,
descubrir nuevos horizontes.

Hay
etapas en la adolescencia en que los jóvenes ni ellos mismos saben por qué
están tristes, etapas donde sienten que pueden con todo y que todo puede con
ellos; sienten que nadie les hace caso, que no son comprendidos por sus padres,
que sus padres quizá no les dedican el suficiente tiempo, sienten que nadie es
su amigo o que los amigos que tiene no lo entienden, que todo mundo lo juzga y
que todos están en contra de lo que él opina.
Esto se
debe a un escaso sentido de pertenencia, pues el joven que pasa por esta etapa
de “depresión” corre el riesgo de caer en adicciones, en manos de malas
amistades, en malas decisiones por falta de comunicación con los padres, y
aunque en ciertos casos los hijos tienen la suficiente atención, la suficiente
autoestima y el suficiente sentido de pertenencia, los adolescentes son así, o
al menos su hormonas son las que los hace actuar o pensar de esa manera, es un
cambio hormonal por el que todos pasamos.
En este
caso los padres son esenciales, pues con el cambio de actitud de sus hijos y
con eso de la “pubertad y adolescencia” los padres también enfrentan miedos,
como el que su hijo no sea lo suficientemente maduro para el mundo “exterior”,
miedo por no saber si su hijo puede tomar las decisiones correctas en dado caso
que las necesite. En esta etapa es donde los padres deben establecer más
comunicación con sus hijos, pues con esto de las tecnologías, también es un
“contra” hacia los padres, pues los jóvenes prefieren estar chateando que
platicando de su día a día con sus papás.
