EDITORIAL
El
PRI en Coatepec parece extraviado, resulta inaudito que a cuatro días del
arranque de la campaña electoral, oficialmente se carezca de candidato. Esta
incertidumbre genera desencanto y ocasiona que los tránsfugas salgan del closet
y se muestren hoy aquí, mañana allá, sin ningún rubor; situación inédita que
enrarece el ambiente hacia el interior de las filas priistas que desde luego existen.
Varios
son los elementos que dan causa a este desconcierto. Sedicentes priistas que
solo buscaban su propio interés sin pensar en el partido, mucho menos en el
municipio y que al final se mostraron tal cual, inmaduros, arrogantes y
berrinchudos, pretendiendo engullirse todo hasta la indigestión; un modelo de
gestión y promoción partidista agotado consistente básicamente en la dadiva. Una
delegada en el distrito que no entendió la esencia de su función y que con un exacerbado
egocentrismo, profundizó las diferencias y la exclusión; todo ello aunado a una
notoria ausencia de liderazgo en los distintos niveles de la estructura
partidista.
Con
todo el Partido Revolucionario Institucional puede competir con dignidad, tiene
con qué hacerlo, cuenta con activos valiosos y militantes de “a pie” honorables
y firmes. Se sabe que una vez superado el entuerto, se tendrá una abanderada
contra trayectoria impecable y militancia que resiste a cualquier
cuestionamiento, además de una honorabilidad reconocida; atributos que
seguramente abonaran a la confianza no solo al interior del partido sino de
cara a la sociedad civil.
Como
muestra de las fortalezas del PRI destaca el contar entre sus filas a un
político de la altura de Pepe Yunes, con una destacada trayectoria, inteligente
y culto, por lo que más allá de discursos machacones y poses mesiánicas, él sí,
por su honorabilidad y mucho oficio, representa la esperanza para Veracruz.
Más
vale no olvidar que ni las victorias ni las derrotas son para siempre. Aun en
los escenarios más complejos es posible encontrar áreas de oportunidad.
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