Sí, no hemos procurado un tiempo para charlar, lo admito, pero no me gusta ver tus ojos grandes y redondos, llorosos como roció matinal en la hoja tierna del limonal, con ese dejo de reproche, Es cierto, me he ocupado en trivialidades y, como en la fábula del conejo, he olvidado lo importante por asuntos de ocasión, pero tú también te has tomado muy enserio tu papel de matrona y caminas de aquí para allá con una solemnidad que por cierto me parece impostada. Sé que como yo, extrañas esa caminata de alba para luego sentirte pequeño ante la majestuosidad de un amanecer en la soledad del campo, ver el horizonte vestirse caprichoso con matices increíbles, solo vistos en la belleza de ese momento y luego ser testigo de cómo el silencio se hace añicos por la algarabía de parvadas de pájaros marineros que abandonan sus natural morada entre el follaje espeso de los matojos de bambú, para dispersarse en todas direcciones sabiendo que en el crepúsculo retornaran amorosos a su refugio colectivo. Sé que también añoras el grito escandaloso de los papanes, así les llaman en la huasteca, tu sabes cómo los llamamos nosotros, que indiscreta anuncian nuestra llegada mientras hacemos un alto al margen del arroyuelo que se desliza suave como una serpiente, que guarda los olores de las presencias nocturnas recién partidas.
No te enfades. Creo que debemos estar conscientes de la realidad: nos estamos haciendo viejos y como dijera un ilustre pensador del partido que siempre hemos militado: “No ver la realidad no ayuda a enfrentar los problemas”, porque tú lo sabes, en nuestro partido también hay gente decente, para muestra un botón, aquel que dice que en la final lo golpearon, pero bueno, conviene no distraernos en temas que no vienen al caso, aunque son ciertos.
¿Por qué me miras con esos ojos inquisitivos que no inquisitoriales? ¿Que por qué confirmo que nos estamos haciendo viejos? Suficientes resultados dan señales para confirmar lo certero de mi afirmación: cuando salimos vemos a los de nuestra redada, tu comentas que los ves grandes y consentirás conmigo en que no hay ninguna razón lógica para pensar que en el caso nuestro sea diferente, luego hacemos las mismas cosas que hace mucho, pero el tiempo ya no nos es suficiente lo que significa que cuando menos somos más cultos. Pero sabes, no importa, hay que vivir cada momento, con emoción e intensidad.
A propósito del año nuevo, no hay que hacer muchos propósitos, hay que vivir conforme al score, hay veces que la vida te da oportunidad de que batees un ‘jonrón’, pero hay otras en las que te tienes que sacrificar para que otros avancen.
No me juzgues, me declaro culpable, ¿ya sabes de qué? Te lo confirmo, de hacer cosas fuera de tiempo y de reglas. ¿Sabes? cuando la gente deja de amar empieza a morir. Es triste, es patético… vamos a caminar, para rememorar, amar y vivir.
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