Coatepec estuvo presente en la guerra contra los Estados Unidos de 1846-1848. La invasión de las tropas estadounidenses fue por el puerto de Veracruz al mando del general W. Scott. Siguiendo la ruta de Cortes, se enfrentó a las tropas del general Antonio López Santa Anna y Valentín Canalizo en la zona de Cerro Gordo entre el 17 y 18 de abril de 1847, con 3000 infantes permanentes y activos, además de poco más de 2000 de guardia nacional de los estados de Veracruz y Puebla. Entre ellos estaba la Guardia nacional de Coatepec, al mando del teniente Coronel Juan Clímaco Rebolledo Maldonado.
En la noche de 18 de abril, el Gral. Santa. Anna, después de la terrible derrota ante las tropas de Scott, con una escala rápida en su hacienda del El Lencero, llegó a la hacienda de Tuzamapan, propiedad de la familia Gorozpe, donde se hospedó por esa noche para seguir su camino a la ciudad de Orizaba, donde llega el 21 de abril.
Mientras tanto el general Canalizo en Banderilla habló de la pérdida del Telégrafo. Además se podría considerar que la batalla de Cerro Gordo detuvo por unas horas o incluso unos días el avance estadounidense a la ciudad de Xalapa, capital del estado. Dando oportunidad de fortificar La Hoya, a cuatro o cinco leguas de Xalapa. No obstante las tropas estadounidenses avanzaron al El Lencero, donde instalaron su campamento y fortificaron la zona.
El gobernador Juan Soto junto con miembros de su gabinete y de la Legislatura del estado, trasladó la capital a Huatusco. En esos años por casualidad se encontraba como párroco de la parroquia de San Antonio, el coatepecano don Antonio Mateo Rebolledo. La familia Rebolledo, así como la esposa del coronel, María Antonia Noriega, fueron acogidas por el párroco. El Ayuntamiento de Xalapa, se reunió y creó una comitiva que daría encuentro al general Scott para pedir garantías para los xalapeños.
El 19 de abril de 1847, a las diez de la mañana entra por la Garita de Veracruz, junto con la caballería el general Patterson. En las calles según lo escrito por José María Roa Bárcena, las calles de Xalapa estaban desiertas. Al llegar a la plaza de armas, se formaron y se comenzó a repartir a los cuarteles. Frente a las casas municipales desmontaron los generales Patterson y Twiggs, entraron a la sala de cabildo, donde ocupó el asiento principal bajo el dosel, dijo que se velaría por la seguridad de la ciudad, que los xalapeños debería seguir en el ejercicio de sus atribuciones y deberes.
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