DESDE
EL AULA
Por: El Profesor
Mis
padres cumplieron 59 años de casados. Para la familia, acontecimiento
importante que nos congregó a ocho hermanos y 23 nietos en torno suyo, primero
en una celebración eucarística de acción de gracias, luego en un convivio con familiares
y amigos. Una buena parte de la población de Bella Esperanza nos hizo el favor
de acompañarnos al igual que muchos amigos de otros lugares.
Sentimientos
profundos me invadieron, a más del amor que naturalmente les tengo, guardo para
ellos admiración, levantar ochos hijos procurándoles escuela con un jornal de
campesino no es asunto menor. No me canso de agradecer la maravilla de contar
con ellos. Luego de 59 años de vida en matrimonio, me enternece verlos juntos
prodigando una lección de vida; me enorgullece su dignidad, admiro su expresión
serena, su plenitud, sus miradas amorosas que envuelven, animan y reconfortan.
En
el seno de la humilde familia que construyeron fui formado en los valores y el
trabajo. Somos una representación genuina de la cultura del esfuerzo. Con ellos
aprendí a mirar de frente, a hablar con la verdad, a ser derecho; en mi
catálogo de conductas no se encuentra la traición y procuro no confundir
lealtad con adulación.
Son
muchos recuerdos, tantas emociones, alegrías, penurias, en fin, la vida es así,
pero seguimos en familia, verticales, trabajando, soñando… construyendo. No
dejan de sorprenderme que en momentos de tribulación, cuando el horizonte
parece llenarse de bruma, mi pensamiento vuela hasta la figura bendecida de mis
padres y me lleno de energía positiva, renuevo esperanzas, recupero fuerzas
para seguir adelante en la convicción de que el tiempo se encarga de poner las
cosas en su lugar y de que en la negrura más espesa, emerge siempre radiante la
luz.
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