Todo a pulmón
Jesús J. Castañeda Nevárez
“Que difícil
se me hace mantenerme en este viaje sin saber a dónde voy en realidad; si es de
ida o de vuelta, si el furgón es la primera, si volver es una forma de llegar”.
Nunca
hubiéramos podido imaginar todo lo que resultaría en México a partir de aquel
proceso electoral del 2 de julio del 2000 en el que el PRI mordió el polvo por
segunda vez. Ya había ocurrido en 1988 cuando Salinas de Gortari perdió en las
urnas la elección presidencial, pero aquella milagrosa “caída del sistema”
operada por Manuel Bartlet, entonces Secretario de Gobernación y responsable
del proceso electoral, le permitió a Salinas llegar al poder por el ejercicio
1988 – 1994.
Y tal como es
la costumbre entre la clase política, Salinas quiso poner a su candidato, pero
algo salió mal y fue eliminado, sin embargo, quien llegó a la Presidencia
rompió con su hacedor y finalmente entregó la Presidencia a la oposición ese 2
de julio del 2000.
Todo cambió a
partir de ese día. La figura presidencial cayó estrepitosamente y se transformó
en un objeto de la burla popular. Los gobernadores dejaron de tener “Jefe” y
ascendieron automáticamente a nivel de “Virreyes” rompiendo con todas las
formas aceptadas de gobernar con la cabeza para hacerlo con las víceras.
Veracruz
continuó la ruta de la debacle que ya había iniciado en el 98 con la llegada de
un famosísimo personaje de quien el mayor mérito reconocido era el de tener el
mismo nombre de su papá; pero su paso por la gubernatura era sólo mientras
llegaba Labastida y la invitación a la Secretaría de Turismo Federal, pero como
no hubo tal invitación por la derrota del pri, en compensación los veracruzanos
le compramos una línea aérea (eso dicen los mal pensados).
Vino luego la
campaña de quien tampoco ganó, pero hizo las negociaciones necesarias para
darle la vuelta a la voluntad popular y arribar al pinche poder 2004 – 2010 más
su agregado hasta el 2016. Entonces robar, vino a ser el verbo y la conjugación
fue completa.
“Que difícil
se me hace cargar todo este equipaje, se hace dura la subida al caminar; ésta
realidad tirana que se ríe a carcajadas porque espera que me canse de buscar”.
La historia
en Veracruz en éstos 18 años se escribió con sangre; el lamento de los pobres
se fue acompañando por las lágrimas de las familias lastimadas por la
delincuencia; muchos desaparecieron para siempre sin que se haya permitido a
sus cercanos la seguridad de su destino o por lo menos un lugar donde
llorarles.
Es entonces
cuando brinca en la mente la imagen de los eventos de campaña en las que
multitudes de acarreados vitoreaban en coro el nombre del personaje; el reparto
de despensas, gorras, mandiles, camisetas y billetes en el día de la votación,
fueron organizados y orquestados por muchos militantes que lo hacían
convencidos de que el hombre puesto por su partido era por mucho el mejor.
La pregunta
obligada hoy es: ¿Qué pensarán después de ver las condiciones en las que
dejaron Veracruz esos personajes? ¿Les dará vergüenza? ¿Les remorderá la
conciencia? ¿Se sentirán listos para activar una nueva campaña en pro de un
nuevo personaje?
Y los que
votaron por ellos o por su partido, estarán convencidos de que hicieron lo
correcto, ¿Tanto como para volverlo a hacer?
Pero también
la reflexión obligada: ¿Cómo volver a creer en las promesas de campaña? ¿Cómo
volver a votar por el partido que nos ha defraudado y decepcionado?
“Cada gota,
cada idea, cada paso en mi carrera y la estrofa de mi última canción. Cada
fecha postergada, la salida y la llegada y el oxígeno de mi respiración y todo
a pulmón... todo a pulmón”.
Si el voto no
ha sido suficiente para marcarle un alto a los partidos y la clase política,
entonces debemos tomar una mayor participación en los distintos estratos
sociales, con propuestas, con proyectos, con ideas, pero también con acciones
de vigilancia y exigencia y demanda.
La sociedad
que aguanta callada está renunciando a su derecho a quejarse y si dejamos a los
gobernantes y sus funcionarios que hagan lo que quieran ya vimos de lo que
fueron capaces de hacer y eso hoy no debe volver a ocurrir. Ese es mi pienso.
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