CAFETEANDO
Por
Emilio Polanco Servín
SALVADOR
DIAZ MIRON
El suelo veracruzano
se cubrió de gloria, el día que nació este prócer, el 14 de diciembre de 1853,
y que debido a su talento con sus escritos se volvió inmortal.
En el puerto de
Veracruz fue bautizado con los apellidos Díaz Ibáñez.
Grandioso Poeta,
precursor del modernismo. Fue periodista y profesor, también político, pues fue
Diputado de oposición en la época de Porfirio Díaz y sin embargo, después lo
apoyó; incluso llegó al alabo cuando la celebración del centenario de nuestra Independencia.
Estudió en Xalapa,
mostrando su interés por la poesía desde 1874, al propio tiempo que colaboraba
en diversas publicaciones como en un diario que fue propiedad de su padre.
Durante su vida, como
poeta tuvo evidente esplendor y junto a él otros como Manuel José Othón, Manuel
Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina, Amado Nervo y Juan de Dios Peza, todos de una
cultura nacional que culminó como cresta de una ola en las Fiestas del Centenario
Su carrera política
se inicia en 1878, como Diputado, en cuya función como le era propio, fue
temperamental, violento e irascible, aficionado a las armas, admirador de los
duelos, al grado de que según él, para lavar su honor, a los veinticinco años
sufrió una herida que le inutilizó el brazo izquierdo de por vida.
Díaz Mirón estuvo
preso por homicidio pero alegando legítima defensa fue absuelto.
Su recordado poema “A
GLORIA” fue dedicado a su esposa, quien le había manifestado su preocupación
por los constantes peligros en que andaba y de ahí que en medidos versos le
dijo: “No Intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca; Mi
razón es al par luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca”.
En cierta ocasión en
Xalapa donde fue Director del Colegio Preparatorio alguien se le quedó viendo,
a lo que el genio le dijo “¿Qué me ve?” y el interpelado dijo: “no veo al
hombre, admiro al genio” y todo siguió normalmente.
Otra vez preso, ahora
por haber matado a Federico Wolter quien lo había golpeado con un bastón,
estuvo 5 años en prisión.
Así era su vida,
llena de altibajos pues seguía escribiendo, aun en la cárcel dejándonos obras
de inconmensurable valor literario y poético como su libro principal “Lascas” con sus poemas Oda a Víctor
Hugo, A Gloria, Voces Interiores, Ojos verdes y otras muchas donde se puede
aprender de métrica y rima.
Alcanzó a ser Miembro
de la Academia Mexicana de la lengua.
Murió en la cúspide
de las letras nacionales, en el puerto de Veracruz donde se le rinde homenaje
permanente en una plaza dedicada a su memoria.
Sus restos descansan
en la Rotonda de las personas ilustres de la ciudad de México.
Sus poesías completas
han sido motivo de múltiples publicaciones y al menos yo, me he declarado Díazmironiano
con un pequeño poema dedicado a él, que aquí pongo a su consideración amable
lector:
A SALVADOR DÍAZ MIRÓN
Me declaro Díazmironiano
Pues pienso y creo que Díaz Mirón
no tiene parangón en el arcano
de componer poesías del corazón
Endecasílabos gloriosos, sin igual
toda la gama de la composición
torrentes de sapiencia de verdad
Fuego con llamas de amor
No puedo menos que admirar
al prócer de las letras y del numen
nacido en Veracruz cerca del mar
Iluminado y puro, ideal que sube
Se sublima con “Lascas” literarias
“A Gloria” es un encaje espumoso
de su alma en el mar proceloso
de borrascas, y de tormentas varias
Gracias por haber existido y ser
en la historia de México entero
de las letras, el genio primero
que seguro no vuelve a nacer.
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