domingo, 4 de junio de 2017


Cerca del Cielo.
Por: José Ramón Flores Viveros.
El Guerrero del viento.
“La felicidad no existe; existen momentos felices”.
Partido en el estadio Azteca años 70s., Atlante vs Pumas, juego de la primera vuelta de aquellos torneos largos. El balón flotando en el aire sobre el área de la portería atlantista, Hugo Sánchez se elevó como si no existiera la fuerza de gravedad, como si fuera un pájaro, impulsado por sus piernas haciendo un perfecto pivoteo con la pierna derecha para permitir que el pie izquierdo en un balanceo espectacular con el empeine golpear la pelota en una perfecta chilena. Pero regresando al momento del vuelo, parecía que el futbolista acróbata se quedaba suspendido en el aire, disfrutando de las alturas, desafiando al mismo viento, como si no tuviera peso alguno, ligero como las mismas aves. Estas lo consideraban uno de los suyos al verlo volar con tanta frecuencia. Cuando Hugo emprendía sus aventuras aéreas parecía una cometa impulsada por la corriente de aire. Fue un gol de verdadera antología, el portero Ricardo Antonio Lavolpe  humillado, juró que jamás y nunca el pájaro humano le volvería a hacer un gol de chilena.

En la segunda vuelta, partido en el estadio Olímpico de Ciudad Universitaria lleno hasta el tope. Manolo Negrete se disponía a realizar un tiro de esquina por el lado izquierdo, Al hacer contacto con la pelota, ésta dibujó una especie de comba sobre el área atlantista, un balón alto, difícil y complicado. Nuevamente, quien sería pentapichichi años más tarde, en lo que se convertiría una costumbre para él, desafiando al vacío y las alturas, golpeó el balón en lo alto -quiero creer que quizás cuando volvía a posarse sobre el horizonte traía hielo de las montañas adherido a su cuerpo-, nuevamente le anotó de chilena al portero argentino.
¿Cuál era la fórmula de Hugo Sánchez? Un amigo de Coatepec, Paul Morales Sánchez que en aquellos años realizara un campamento de prueba con los Pumas,  recuerda entre algunas anécdotas, que Bora Milutinovic siempre al iniciar el interescuadras, les pedía, les exigía, que tuvieran mucho cuidado con las entradas violentas sobre el futbolista acróbata. Era la estrella consentida del equipo del Pedregal.
“Al concluir la práctica”, Paul platica: “Ramón nos íbamos a los vestidores a bañar para posteriormente irnos a descansar, desde ahí se escuchaba que golpeaban una pelota, al salir veíamos que eran Hugo y Negrete que se quedaban todos los días a practicar chilenas, palomitas, escorpiones y tiros libres. Alternándose ambos con el balón para los centros”. Es también una realidad  la influencia de su hermana, gimnasta olímpica, el trabajo que realizaba con ella, lo hicieron un jugador muy completo.

Esta fue la formula, algo simple y sencillo, no es necesario una reflexión profunda, ni ir a Oxford a estudiar para entenderlo: Lo que marca el éxito y el triunfo es la práctica, la constancia. El dicho “La práctica hace al maestro”, es una verdad universal. Teniendo también la determinación de llegar a lo más alto y esto no es ningún privilegio de Dioses, ni se tiene que ser predestinado, salvo raras excepciones en las diversas áreas del quehacer humano, como lo fueron Einstein, Pelé, Charles Chaplin, Van Go el mismo luchador legendario en México, “Santo, el Enmascarado de Plata”; seres que nacieron marcados por la inmortalidad, aunque fue definitivo que tuvieron también que esforzarse mucho para salir adelante. Pelé dice que el talento por sí solo, no sirve de nada sin trabajo y constancia. No existen las fórmulas mágicas. La única fórmula es el trabajo, una gran capacidad para soñar, de creer en lo que se realiza y sobre todo sentirse digno de amor y afecto. Esto último es fundamental, el amor y la confianza de quienes nos rodean.

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