Cerca
del Cielo.
Por: José Ramón Flores
Viveros.
El Guerrero del viento.
“La
felicidad no existe; existen momentos felices”.
Partido en el estadio Azteca
años 70s., Atlante vs Pumas, juego de la primera vuelta de aquellos torneos largos.
El balón flotando en el aire sobre el área de la portería atlantista, Hugo Sánchez
se elevó como si no existiera la fuerza de gravedad, como si fuera un pájaro,
impulsado por sus piernas haciendo un perfecto pivoteo con la pierna derecha
para permitir que el pie izquierdo en un balanceo espectacular con el empeine
golpear la pelota en una perfecta chilena. Pero regresando al momento del
vuelo, parecía que el futbolista acróbata se quedaba suspendido en el aire,
disfrutando de las alturas, desafiando al mismo viento, como si no tuviera peso
alguno, ligero como las mismas aves. Estas lo consideraban uno de los suyos al
verlo volar con tanta frecuencia. Cuando Hugo emprendía sus aventuras aéreas
parecía una cometa impulsada por la corriente de aire. Fue un gol de verdadera
antología, el portero Ricardo Antonio Lavolpe
humillado, juró que jamás y nunca el pájaro humano le volvería a hacer
un gol de chilena.
En la segunda vuelta,
partido en el estadio Olímpico de Ciudad Universitaria lleno hasta el tope.
Manolo Negrete se disponía a realizar un tiro de esquina por el lado izquierdo,
Al hacer contacto con la pelota, ésta dibujó una especie de comba sobre el área
atlantista, un balón alto, difícil y complicado. Nuevamente, quien sería pentapichichi
años más tarde, en lo que se convertiría una costumbre para él, desafiando al vacío
y las alturas, golpeó el balón en lo alto -quiero creer que quizás cuando volvía
a posarse sobre el horizonte traía hielo de las montañas adherido a su cuerpo-,
nuevamente le anotó de chilena al portero argentino.
¿Cuál era la fórmula de Hugo
Sánchez? Un amigo de Coatepec, Paul Morales Sánchez que en aquellos años
realizara un campamento de prueba con los Pumas, recuerda entre algunas anécdotas, que Bora
Milutinovic siempre al iniciar el interescuadras, les pedía, les exigía, que
tuvieran mucho cuidado con las entradas violentas sobre el futbolista acróbata.
Era la estrella consentida del equipo del Pedregal.
“Al concluir la práctica”,
Paul platica: “Ramón nos íbamos a los vestidores a bañar para posteriormente
irnos a descansar, desde ahí se escuchaba que golpeaban una pelota, al salir
veíamos que eran Hugo y Negrete que se quedaban todos los días a practicar
chilenas, palomitas, escorpiones y tiros libres. Alternándose ambos con el
balón para los centros”. Es también una realidad la influencia de su hermana, gimnasta
olímpica, el trabajo que realizaba con ella, lo hicieron un jugador muy
completo.
Esta fue la formula, algo
simple y sencillo, no es necesario una reflexión profunda, ni ir a Oxford a estudiar
para entenderlo: Lo que marca el éxito y el triunfo es la práctica, la constancia.
El dicho “La práctica hace al maestro”, es una verdad universal. Teniendo
también la determinación de llegar a lo más alto y esto no es ningún privilegio
de Dioses, ni se tiene que ser predestinado, salvo raras excepciones en las
diversas áreas del quehacer humano, como lo fueron Einstein, Pelé, Charles
Chaplin, Van Go el mismo luchador legendario en México, “Santo, el Enmascarado
de Plata”; seres que nacieron marcados por la inmortalidad, aunque fue
definitivo que tuvieron también que esforzarse mucho para salir adelante. Pelé
dice que el talento por sí solo, no sirve de nada sin trabajo y constancia. No
existen las fórmulas mágicas. La única fórmula es el trabajo, una gran
capacidad para soñar, de creer en lo que se realiza y sobre todo sentirse digno
de amor y afecto. Esto último es fundamental, el amor y la confianza de quienes
nos rodean.
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