lunes, 17 de julio de 2017

Cerca del Cielo

Por: José Ramón Flores Viveros

Al filo de la muerte

“Suele ser mas fácil recuperarse de un fracaso que formarse a partir del éxito”.
Michael Esner.

Andar sobre la cuerda floja es un antiguo arte que exige una constitución atlética, conocimiento de ingeniería, valentía y confianza en uno mismo. Jay Cochrane tenía 8 años cuando vio por primera vez a un hombre dar un salto mortal sobre una cuerda floja, en Ontario, Canadá. Al instante le dijo a su madre: cuando sea grande me dedicare a eso.


Al poco tiempo caminaba sobre palos de escoba tendidos entre las sillas de la cocina. Luego probo su habilidad sobre las cuerdas del tendedero. En 1965 cuando tenia 23 años se cayo desde una altura de 20 metros de un alambre que se vino abajo por que no lo habían fijado correctamente. Se rompió las piernas, los pies, los brazos, la pelvis y muchas costillas.

En 1975 un organizador lo invito a ejecutar su primer acto acrobático importante en un cable tendido a 135 metros de altura sobre una calle de Toronto. Él accedió a hacerlo, hasta que llego la hora. “Estaba aterrado”, cuenta.

Al llegar al borde del edificio se dijo: No es forzoso que lo hagas se dijo a si mismo. Pero al mirar a los miles de espectadores que esperaban abajo, comprendió que no tenia escapatoria.

Cerro los ojos y tomo su lugar en el cable. Cuando volvió a abrirlos ya no sabia a qué distancia se hallaba del edificio, y se vio obligado a seguir adelante. Fue una lección que nunca olvidaría. “La vida es una cuerda floja” suele decir. “hay que ir paso a paso y nunca mirar atrás”

Cochrane reconoce que siente un poco de miedo cada vez que realiza su acto, pero no permite que esta emoción se adueñe de él. Por el contrario, torna el miedo  en su favor; lo transforma en un motivo para mantenerse sobre la cuerda y jamás corre riesgos innecesarios. Nunca ejecuta su numero cuando hay mucho aire o llueve ¿por qué se dedica a esta profesión? Porque es la manera de obtener confianza en si mismo y de infundírsela a otros. “Puedo hacer algo que miles de millones personas no pueden hacer”, explica. “Tal vez con ello les doy un poco de valor. El público espera que uno esté temblando de miedo, sin embargo ahí va uno” Tomado de Selecciones Reader`s Digest Octubre de 1997 del articulo caminante del cielo.

Caminando entre un numero indeterminado de grietas obscuras y tenebrosas hace muchos años en Bolivia, puedo interpretar las palabras de este hombre. ¿Qué pretendía yo demostrarme a mi mismo cuando me encontraba en aquellos instantes de verdadero terror profundo? Jay lo define perfectamente: “Es la búsqueda de uno mismo, de darle un sentido a nuestra existencia y de demostrarnos que tenemos cada ser humano esa capacidad y esa energía para conseguir lo que nos propongamos aunque en el intento sintamos que se nos va la vida”.


Ya lo he expresado en esta columna, nos llegamos a sentir alguna vez tan humillados y menospreciados, que necesitamos hacer algo que nos haga crecer ante nuestros propios ojos y al mismo tiempo, como dice este caminante del cielo, infundir confianza a nuestros semejantes. Yo no camine en el aire jamás pero si camine cerca del cielo experimentando un miedo aterrador y paralizante, gracias a dios siempre pude romper esa barrera y seguir adelante.

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