martes, 12 de febrero de 2019

DESDE LA FINCA Por: El Cortador



Clima, historia y celebraciones.- Las noches en las fincas de café son largas y frescas, los cortadores tienen un horario más acorde con la naturaleza, inician su jornada a las 5 de la mañana, pero para las 8 de la noche ya todo mundo está descansando. Este inverno, aunque frío, como debe ser, también ha sido generoso y ha permitido la actividad en las fincas, sobre todo del corte de café que este año ha sido bueno. En el recuerdo quedaron aquellos días donde la neblina invadía las lomas y las cañadas por varios días, donde se vivía en una blanca penumbra humedecida por el permanente chipichipi. Eran días, a veces semanas, que no se podía salir a cortar. Ahora el clima ha cambiado mucho y también ha generado cambios en la flora y en la fauna. Pocos entienden que los cafetales juegan un papel muy importante en el bosque de niebla, que además del aromático que ha dado fama a esta región en el mundo, también forma un ecosistema que interviene en el clima, la humedad y es fábrica de agua. El viejo cortador curtido por el tiempo y el trabajo, lo sabe, lo entiende y lo enseña a las nuevas generaciones. Trata de evitar que se usen pesticidas químicos o fertilizantes sintéticos, ya que la finca se cuida y se reproduce sola. La existencia de árboles y plantas, de insectos, de animales, de aves, de arroyos y riachuelos; genera una simbiosis que equilibra el medio ambiente. Es el milagro de la naturaleza, lo malo que pareciera que el ser humano se obstinan en destruir. Decía que las noches son oscuras y largas, pero también se aprovechan para charlar y convivir con los nietos. Aunque tiene una vieja tele, con pésima programación abierta, prefieren la sana plática alrededor de una taza de café, que con el abuelo reflexivo, sensato y sentencioso, siempre se aprende. “Cuéntanos de San Valentín, Abuelo. ¿Por qué es el día del amor…? A lo que el perito de las leyendas curtido por muchas cabañuelas, no duda en explicar: “Existen muchas versiones, pero la mayoría coincide en que Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, desafió al emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes. El religioso lo consideró injusto y los casaba en secreto. Es una celebración tradicional de países anglosajones que se popularizó en otros. Su origen se remonta a la época del Imperio Romano. El emperador lo encarceló. Un oficial quiso ponerlo a prueba. Lo retó a que devolviese la vista a su hija Julia, que había nacido ciega. Valentín aceptó y le devolvió la vista. Valentín siguió preso lo ejecutaron el 14 de febrero del año 270. La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos. Pero fue en el siglo XX que se convirtió en un gran negocio, cuando la revolución industrial permitió la producción en cadena de tarjetas de felicitación, uno de los regalos más frecuentes del día de San Valentín”. Tomando el último trago de su tasa y levantándose de la vieja mesa les dice a todos: “A dormir, que mañana hay mucho trabajo. Además hay que apurarse porque el lunes 11 nos vamos a El Grande a comer con mi compadre Demetrio. Es la festividad de esa localidad”. Ya retirándose no puede evitar ver la mirada de los nietos que sin hablar querían saber sobre esa festividad. A lo que el erudito anciano fogueado en la fragua de las lecturas, ya de salida alcanza a explicar: “La advocación católica de Nuestra Señora de Lourdes hace referencia a las dieciocho apariciones de la virgen María a unos niños que afirman haberla presenciado en la gruta de Massabielle, en las afueras de la población de Lourdes, Francia, cerca de los Pirineos, en 1858… ¡Hasta mañana!…”

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