DESDE
LA FINCA
Lo que la tierra da y lo que
el hombre cosecha.- Luego de la intensidad de ese jelengue que
llaman jornada electoral, los campesinos regresan a la finca con el entusiasmo
de siempre, con ese gozo de trabajar que aprendieron de sus padres y ellos de
sus abuelos. Aprendieron a disfrutar del aire limpio, a ganarse el pan con
esfuerzo, a apreciar la sinfonías de las aves, a vivir en armonía con la
naturaleza; pero sobre todo aprendieron que la tierra es generosa con quien la
trata bien. Sobre todo, saben disfrutar la bendición de cosechar. Recibir el
producto en abundancia que sostiene la economía de la región.
Cosechar además,
muchas más cosas que esta tierra pródiga les otorga. Mientras hace esta
elucubración ante los atentos jóvenes que aprenden el digno oficio de sembrar,
el viejo cortador, alrededor de la lumbre, sostiene una tortilla con la mano
extendida. Con la otra mano sostiene un Chinini partido por la mitad del que ha
retirado el hueso, le ha otorgado un generoso puño de sal y una abundante
dotación de salsa de chiles “conguitos” machacada con ajo en el molcajete.
Exprime la cónica fruta sobre la tortilla que tiene la panza dorada y vierte
una abundante porción de “mantequilla de árbol” la cual ya se mezcló con la sal
y la salsa. Disfruta ese incomparable taco con singular alegría, tratando de
que nada se derrame. Entre la masticación y la saboreada comenta: “Los que no
aprenden a hacer las cosas bien, a sembrar con esperanza, a trabajar con amor,
difícilmente sabrán cosechar. Les pasa lo que a los políticos improvisados que
nos visitaron con propuestas improvisadas y argumentos sin sentido: No cosechan
nada.
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