lunes, 12 de junio de 2017


DESDE LA FINCA

Lo que la tierra da y lo que el hombre cosecha.- Luego de la intensidad de ese jelengue que llaman jornada electoral, los campesinos regresan a la finca con el entusiasmo de siempre, con ese gozo de trabajar que aprendieron de sus padres y ellos de sus abuelos. Aprendieron a disfrutar del aire limpio, a ganarse el pan con esfuerzo, a apreciar la sinfonías de las aves, a vivir en armonía con la naturaleza; pero sobre todo aprendieron que la tierra es generosa con quien la trata bien. Sobre todo, saben disfrutar la bendición de cosechar. Recibir el producto en abundancia que sostiene la economía de la región.
Cosechar además, muchas más cosas que esta tierra pródiga les otorga. Mientras hace esta elucubración ante los atentos jóvenes que aprenden el digno oficio de sembrar, el viejo cortador, alrededor de la lumbre, sostiene una tortilla con la mano extendida. Con la otra mano sostiene un Chinini partido por la mitad del que ha retirado el hueso, le ha otorgado un generoso puño de sal y una abundante dotación de salsa de chiles “conguitos” machacada con ajo en el molcajete. Exprime la cónica fruta sobre la tortilla que tiene la panza dorada y vierte una abundante porción de “mantequilla de árbol” la cual ya se mezcló con la sal y la salsa. Disfruta ese incomparable taco con singular alegría, tratando de que nada se derrame. Entre la masticación y la saboreada comenta: “Los que no aprenden a hacer las cosas bien, a sembrar con esperanza, a trabajar con amor, difícilmente sabrán cosechar. Les pasa lo que a los políticos improvisados que nos visitaron con propuestas improvisadas y argumentos sin sentido: No cosechan nada.

Beneficios que no se ven y ventajas que no se sienten.- Antes de retornar a las labores luego de tan singular tentempié, el tímido jornalero, ese que hay que explicarle las cosas varias veces, ese que su inocencia se confunde con su ignorancia, pero con cierto tono de malicia, como pa’ picarle la cresta al gallo, pregunta: ¿Y cómo va a quedar integrado e cabildo? Todos encogieron los hombros esperando la tradicional pendejeada, pero no pasó. Tal vez por el efecto excitante del Chinini con sal y salsa, tal vez porque después de la comida no es bueno hacer corajes, el viejo curtido responde, pudiera decirse que hasta con dulzura: “Nos va a ir bien. Tendremos como regidores a choferes, profesores, carpinteros, mecánicos, amas de casa, uno que otro letrado, pero todos recomendados. Lo bueno es que no llegaron los raritos, delincuentes, bipolares y desempleados. Se tiene que legislar para que los partidos en su proceso interno, exijan perfiles adecuados para gobernar un municipio. No que por respetar los derechos de los aspirantes, registran a cada pelele que no tiene ni idea de lo que es la función pública, y le dan en la madre al municipio al no ser productivos y son los que más caro le cuestan por su ignorancia”. Todos quedaron tan sorprendidos por tan aterciopelada explicación que se comprometieron, a como diera lugar, a tener a la mano Chininis a la hora de “echar taco” todos los días, pues ya vieron que tienen propiedades felicidísticas. Lo malo es que solo hay una vez al año.

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