A la edad de 15 años se casó con el rico abogado Jaime Martínez del Río de quien adoptó el apellido “del Río”. El matrimonio se codea con los pintores, artistas e intelectuales más importantes de la sociedad mexicana. El rostro de Dolores del Río inspiró a pintores como Diego Rivera, Covarrubias y Orozco. Dolores poseía un rostro perfecto, con facciones indígenas bien delineadas: una figura frágil, distinguida, de movimientos corporales elegantes, una personalidad fina, sobria, delicada, de exquisitos modales, así como un temperamento y fuerza de voluntad al enfrentar los retos, la convirtieron en una leyenda.
Fue la primera mexicana en triunfar en Hollywood y considerada una de las figuras más emblemáticas de la “Época de Oro del cine mexicano”. Puso en alto el nombre de México y Latinoamérica al convertirse en la primera actriz de origen hispano en conquistar el estrellato en Hollywood, donde participó en casi 40 películas tan sólo entre 1925 y 1943 (¡dos o más filmes por año!). A principios de la década de los 40, debido a la II Guerra Mundial el cine estadounidense comenzó a decaer, por lo que Dolores decidió abandonar Hollywood para regresar a México, donde la industria cinematográfica estaba en su máximo esplendor.
Se hizo acreedora a diversos premios, entre ellos tres Arieles a la mejor actriz y un Ariel de Oro en 1975 como mérito a su trayectoria artística. También fue una de las primeras mujeres latinas en grabar su nombre sobre el Paseo de la Fama de Hollywood.
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