lunes, 22 de mayo de 2017


EDITORIAL

El comercio informal en Coatepec está fuera de control y la autoridad municipal rebasada, aunque no necesariamente indiferente. Los esfuerzos que se realizan para ofrecer a los ambulantes alternativas para el ejercicio de su actividad, se ven anulados por la intransigencia de ciertos grupúsculos y de quienes se dicen sus representantes. Se han instrumentado operativos que de momento parecen exitosos, pero luego los espacios públicos vuelven a ocuparse por vendedores que asumen una actitud belicosa y retadora.


Se argumenta que la proliferación de comerciantes en la vía pública encuentra causa en el desempleo y que la gente de alguna manera busca obtener el sustento diario, lo cierto es que muchos de los ambulantes obedece a un solo patrón que los instala en la calle, les proporciona la mercancía y que naturalmente no da la cara, pero utiliza a la gente como escudo. Los problemas que este fenómeno provoca son varios y diversos: afectan la vialidad, la imagen urbana y establecen una competencia desleal frete al comerciante formal; ante esta situación el ayuntamiento se encuentra sujeto a presiones, tanto del comerciante en la calle, como del establecido y principalmente de la ciudadanía que cuestiona la falta de ejercicio de la autoridad.

Este problema requiere atención oportuna y eficaz para evitar que sucedan hechos que luego se tengan que lamentar. Los comerciantes establecidos, principalmente los locatarios del mercado municipal “Miguel Rebolledo”, se encuentran sumamente irritados por la merma en sus ventas, mientras que los ambulantes asumen actitudes de hostilidad e intransigencia, lo que deja latente el riesgo de un enfrentamiento cuyas consecuencias pueden ser graves, las amenazas están a la orden del día y ya se presentan conatos de violencia.

La ciudadanía percibe incapacidad de la instancia municipal para controlar al menos este problema. Lo cierto es que se requiere del apoyo del Gobierno del Estado que hasta ahora no se ha dejado sentir. Ojalá se dé antes de que sucedan eventos de otra índole, se debe prevenir antes que lamentar.


En realidad se está frente a un problema de legalidad, de aplicación puntual de la ley, la cual debe darse sin distingos; es inadmisible que se ceda ante el chantaje y la presión, favoreciendo a grupos de reciente presencia y que provienen incluso de otros estados, por sobre quienes acreditan un derecho mayor. Vale insistir, se requieren actos de autoridad revestidos de legalidad, actos que alcancen a todos los que se encuentren en la misma hipótesis, para no olvidar que es precisamente la aplicación discrecional de la ley, lo que tanto lastima los sentimientos de dignidad de las personas.

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