Cerca
del Cielo.
Por: José Ramón Flores
Viveros.
Las madres hacen milagros.
¿Por qué vivir atormentado
en el pasado, habiendo tanto por vivir en el presente?
Anónimo.
El mes pasado se celebró
a las madres. En la revista selecciones de mayo, encontré algo que me gustó
mucho es de Anne Roumanoff. “Feliz Día de la Madre a las mamas cansadas y a las
que cansan, a las consentidoras y a las ausentes, a las que lloran y a las que
nos hacen llorar, a las que se toman todo en serio y a las que no se toman nada
en serio. Feliz Día de la Madre a las que se arreglan y a las que no lo hacen,
a las que dan sin condiciones y a las que están dispuestas a ayudar. ¡Feliz Día
de la Madre a todas las mamás. Ahora sé que ninguna debe sentir culpa porque
todas dan lo mejor de sí”.
Estando en Bolivia
hace ya algunos años, vagaba por el centro de la Paz, realizaba los
preparativos para poder integrarme a una expedición internacional, cuando de
manera inesperada fui presa de un miedo irracional, que hizo mi andar como un autómata. Fue como si un foco amarillo se
hubiese encendido en mi interior. Era día martes, había llegado a Bolivia
apenas el domingo, algo no estaba encajando en mis planes, algo que no lograba
entender ni explicarme. Andrés Delgado me había encargado que buscara al
alpinista Bernardo Huarachi, “Le dices a Bernardo que vas de mi parte, y que te
apoye en lo que él pueda”. Andrés había escalado con el boliviano las más
importantes montañas de la Cordillera Blanca, y Huarachi se convertiría años
más tarde en el primer alpinista de ese país en conquistar el Everest. No
encontré a Huarachi y esto aumento mi sensación de soledad.
Mi angustia llego a
ser tal que tuve la necesidad de hablar con mi mama. Llamé a Coatepec y justamente
ella me contestó. Las madres fueron diseñadas con dispositivos especiales y
misteriosos difíciles de explicar y entender. Por más que intenté por parecer natural,
enseguida supo que algo estaba ocurriendo conmigo, que algo estaba pasando.
Casi me pongo a llorar, la verdad era que sí sabía lo que me estaba ocurriendo,
pero hasta ese momento me atreví a reconocerlo, el miedo irracional surgió al
ver una postal del Huayna Potosí, donde se apreciaba una parte temible de su
cumbre que necesariamente me tocaría realizar. Nadie me había hablado de este
asunto temible. Lo que experimenté fue algo indescriptible, tuve la seguridad
de que cuando estuviéramos escalando La Pala, caería al vacío sin remedio, y
algo que también me comenzó a atormentar fue la broncota en la que iba a meter
a mi familia.
La voz de una madre
es como encontrar agua en el desierto. ¿Habrá algo que una madre -aunque no
pueda hacer nada realmente- se niegue a enfrentar por ayudar a un hijo? Cuando
le expuse preocupado el verdadero motivo de mi llamada, ella de manera práctica
me pidió que simplemente renunciara a escalar la montaña. No tenía compromiso
alguno con patrocinadores y esto fue algo que también ella resaltó. Lo más
valioso de haber hablado con ella fue la capacidad que tuvo para trasmitirme
confianza y seguridad en aquel momento tan difícil y complicado en que mis
emociones me tenían al borde del colapso.
Finalmente decidí ir
a la montaña y todo fue un éxito, pero estoy plenamente convencido que haber
hablado con mi madre fue fundamental .Haberla escuchado me dio rumbo y certeza
y sobre todo seguridad. Posteriormente viví aquella misma tarde una experiencia
espiritual insólita, muy difícil de poder explicar. Más para un auténtico
escéptico como lo soy yo.
El día de hoy mi mamá
ya no se encuentra en esta dimensión y el haber encontrado este artículo, es
una respuesta a muchos cuestionamientos que aún me sigo planteando con respecto
a mi propia madre. Cuestionamientos dolorosos que me quitan la paz interior, ya
que pretendo de la manera más injusta juzgarla por algunos de sus actos. Tal
vez se tomó, muchas veces, la vida más en serio de lo que debió ser. Pero no
por eso dejó de querernos ni desentenderse de nosotros. A su manera siempre
estuvo a nuestro lado e hizo sentir su presencia y ayuda incondicional como ocurrió
cuando me encontraba a miles de kilómetros de ella.
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