lunes, 26 de junio de 2017


EDITORIAL


Toda función pública está reglamentada. Al asumir funciones, los ediles deben dejar de lado la política para asumir el papel de autoridades para toda la gente y servidores públicos del municipio. Dejen de ser ciudadanos comunes al rendir la protesta de ley. En su función, solo les es permitido lo que la ley autoriza, a diferencia del ciudadano común que puede hacer todo lo que la ley no le prohíba.


Últimamente en esta administración se ha agudizado el problema del ambulantaje que tiene secuestrado el centro de la ciudad, sin que la autoridad deje ver su voluntad de solución.  No es un problema sencillo. Mucho tiene que ver el respaldo que brinda la fuerza pública y ahí está parte del problema.

Cuando se desarticula la policía municipal, por las razones que todos conocen, llega con fanfarrias y parafernalia, el famoso Mando Único, o Fuerza Civil. Pareciera que esto favorecería en todo al municipio, pero no es así. En primera, le sale muy caro al ayuntamiento la operación de esta corporación. En segunda, debe absorber los costos de liquidación de los policías que se fueron, así como los laudos laborales por despidos injustificados.

Pero lo peor, violando una máxima de la administración moderna que reza que nadie debe tener dos jefes, la Fuerza Civil obedece también a los mandos estatales. Es decir el alcalde no les puede dar órdenes. O sí puede, pero para ejecutarlas deben consultar con sus superiores en la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, lo que complica la situación. El alcalde es el jefe y les paga pero no ejecutan sus órdenes si no les autorizan en Xalapa.

Al mencionar la fuerza pública es en referencia a que si se aplicara, otra cosa sería; no para golpear o reprimir, sino para evitar que se instalen en la vía pública ocasionando el caos que vive actualmente la ciudad. Su labor sería de aplicar acciones disuasivas para hacer que las leyes y los reglamentos se cumplan. Que se instalen en los espacios que el ayuntamiento les ha ofrecido y que ejerzan su labor de vendedores ambulantes pero en total orden sin afectar a terceros.


Mientras esto no se cumpla, el ciudadano seguirá soportando la invasión de los ambulantes que no respetan nada. A grandes males, grandes remedios.

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