EDITORIAL
Toda
función pública está reglamentada. Al asumir funciones, los ediles deben dejar
de lado la política para asumir el papel de autoridades para toda la gente y
servidores públicos del municipio. Dejen de ser ciudadanos comunes al rendir la
protesta de ley. En su función, solo les es permitido lo que la ley autoriza, a
diferencia del ciudadano común que puede hacer todo lo que la ley no le
prohíba.
Últimamente
en esta administración se ha agudizado el problema del ambulantaje que tiene
secuestrado el centro de la ciudad, sin que la autoridad deje ver su voluntad
de solución. No es un problema sencillo.
Mucho tiene que ver el respaldo que brinda la fuerza pública y ahí está parte
del problema.
Cuando
se desarticula la policía municipal, por las razones que todos conocen, llega
con fanfarrias y parafernalia, el famoso Mando Único, o Fuerza Civil. Pareciera
que esto favorecería en todo al municipio, pero no es así. En primera, le sale
muy caro al ayuntamiento la operación de esta corporación. En segunda, debe
absorber los costos de liquidación de los policías que se fueron, así como los
laudos laborales por despidos injustificados.
Pero
lo peor, violando una máxima de la administración moderna que reza que nadie
debe tener dos jefes, la Fuerza Civil obedece también a los mandos estatales.
Es decir el alcalde no les puede dar órdenes. O sí puede, pero para ejecutarlas
deben consultar con sus superiores en la Secretaría Estatal de Seguridad
Pública, lo que complica la situación. El alcalde es el jefe y les paga pero no
ejecutan sus órdenes si no les autorizan en Xalapa.
Al
mencionar la fuerza pública es en referencia a que si se aplicara, otra cosa
sería; no para golpear o reprimir, sino para evitar que se instalen en la vía
pública ocasionando el caos que vive actualmente la ciudad. Su labor sería de
aplicar acciones disuasivas para hacer que las leyes y los reglamentos se
cumplan. Que se instalen en los espacios que el ayuntamiento les ha ofrecido y
que ejerzan su labor de vendedores ambulantes pero en total orden sin afectar a
terceros.
Mientras
esto no se cumpla, el ciudadano seguirá soportando la invasión de los
ambulantes que no respetan nada. A grandes males, grandes remedios.
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