lunes, 26 de junio de 2017


Metapolítica

Espionaje vil
Gregorio Jácome Moreno

¿Son los periodistas y activistas los nuevos enemigos del gobierno federal? ¿Cuál es entonces la finalidad de que se ocupe el software “Pegasus” para conocer no solo su actividad pública, sino también la vida privada de algunos comunicadores cuyos espacios informativos resultan influyentes en la opinión pública? Tal  programa está diseñado para investigar al crimen organizado, al enemigo de guerra, si acaso, pero como el gobierno federal todo lo hace al revés, lo utiliza para averiguar la vida íntima de los comunicadores y líderes sociales. Vuelvo a la pregunta. ¿Son acaso un peligro para la estabilidad de la nación?

No es nada nuevo que se desvíen los recursos, humanos y financieros, hacia proyectos “alternativos” del Estado. Son estructuras que funcionan al margen de la ley, en ellas están involucradas personas entrenadas en materia de seguridad, y desde luego, en cuestiones de tecnología avanzada ya que en dichas áreas están a la orden del día los hackeos, la intervención de líneas telefónicas, el rastreo a través de microchips instalados en ropa y vehículos.  Pareciera de película pero es la realidad.
Tengan la certeza que el proyecto “Pegasus” es apenas la punta del iceberg del entramado de espionaje del gobierno federal. La verdad sea dicha, se quedan cortos cuando dicen que solo espían periodistas y activistas, hay más actores involucrados, se me ocurren algunos: Secretarios de despacho y líderes de partidos, senadores y diputados, empresarios y artistas, líderes religiosos (no se diga Solalinde) y hasta líderes estudiantiles y académicos. Es decir, cualquier actor social cuya actividad sea un motivo de riesgo para la gobernabilidad del estado, está sujeto a ser indagado, mediante métodos ilegales y no convencionales, hasta en su vida más privada.
En un artículo publicado en The New York Times dice Fernando García: “El hecho de que el gobierno esté usando vigilancia de alta tecnología en contra de defensores de derechos humanos y periodistas que exponen la corrupción, en lugar de contra los responsables de estos abusos, dice mucho de para quién trabaja el gobierno”.

Para nadie es secreto que desde la Dirección Federal de Seguridad que encabezó durante muchos años Fernando Gutiérrez Barrios, el mejor aparato de espionaje en México opera en “Los Pinos”. El problema es que esta vez fueron descubiertos. El CISEN se queda corto al lado de Pegasus, un programa diseñado en Israel para tareas de espionaje de altos vuelos. Finalmente queda en el aire la paradoja de que cualquier mexicano puede estar sujeto a la vigilancia “alterna”, lo lamentable es que ello no garantiza en lo más mínimo su seguridad, sino todo lo contrario: lo vuelve más vulnerable. En fin, esas tenemos ahora con el gobierno federal.

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