Alumbrado público
Quienes hemos tenido el privilegio de colaborar en la administración municipal gracias a los resultados de una elección, sabemos que una de las demandas más sentidas de la población es la de un alumbrado público eficiente que cuente con el número suficiente de luminarias y que estas se encuentren en buen estado. Este reclamo tiene una justificación, el ciudadano establece una asociación entre la iluminación con la seguridad y en el imaginario colectivo prevalece la idea de que los malhechores buscan la oscuridad para cometer sus fechorías; por eso este tema que de primera intención pareciera intrascendente, requiere ser atendido con un criterio de prioridad. Hay ocasiones que las luminarias sin servicio sumas miles ante la falta de un programa permanente de mantenimiento.
Esta semana, en la localidad donde vivo, personal del ayuntamiento cambió o, reparó en su caso, prácticamente todas las lámparas del alumbrado público que estaban sin funcionar y, he tomado el conocimiento de que se está haciendo en todo el municipio. Como ciudadanos agradecemos y aplaudimos esta medida. Bien por el alcalde y los miembros de la comuna que la aprobaron.
Coordinación urgente
Entre nuestra gente es muy común que ante una desgracia surjan fuertes sentimientos de solidaridad; lejos de cualquier protagonismo, las personas dan, se unen, participan, comparten… se coordinan.
El ataque que esta semana se perpetró en contra de un centro nocturno en la ciudad de Coatzacoalcos y que dejó un importante número de víctimas, es terrible, por su atrocidad conmocionó al país y la nota alcanzó cobertura internacional. Se trata de un hecho que desnuda y muestra el deterioro del tejido social, pero también muestra la incapacidad de la autoridad para brindar seguridad a la sociedad.
Absurda, ofensiva y muy lamentable ha sido la reacción del gobierno ante la barbarie que enluta y avergüenza a Veracruz. Las recriminaciones mutuas, los comunicados contradictorios, las acusaciones apresuradas sin el suficiente sustento lastiman a una sociedad vulnerada y agraviada que lo menos que esperaba era coordinación entre quienes tienen la obligación de brindarles seguridad. Necesariamente alguien miente; triste que se haga de la desgracia un botín político y que prevalezcan las filias y las fobias, la frustración y los afanes de venganza sobre una visión superior de liderazgo.
La intención puede ser buena
Gracias a las redes sociales ya los medios de comunicación de alcance nacional, circuló por todo el país el audio de un niño, veracruzano por cierto, víctima de un tipo de cáncer, que le dice al presidente que no se quiere morir y le pide que no le suspendan el suministro del medicamento que requiere. Le surgieron otros muchos testimonios de niños con el mismo padecimiento suspendidos en su tratamiento por falta del medicamento requerido, con lo cual se pone de manifiesto una realidad negada: el desabasto de medicamentos que afecta por desgracia a la población más vulnerable.
Irresponsable y frívola fue catalogada por muchos la respuesta que el Secretario de Salud del Gobierno Federal dio en el sentido de que la falta del suministro del medicamento “por unos días” no afectaba al tratamiento. De inmediato fue desmentido por especialistas que explicaron que la falta del medicamento adecuado en el momento oportuno reduce de manera importante las expectativas de vida del paciente.
No se duda que haya buena intención, la pregunta que queda en el aire es si resulta suficiente, porque cómo decía la abuela: “tanto quería el diablo a su hijo que hasta le saco el ojo”.
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