Los refrescos “El Niágara”
El año 1898, fue transcendental para la historia de Coatepec, fue precisamente cuando llegó el progreso representado por el ferrocarril a esta ciudad, inaugurado por el general Porfirio Díaz, quien ocupaba la Presidencia de la República. Al mismo tiempo otro suceso se dio en Coatepec: se abrían las puertas de la fábrica de aguas gaseosas “El Niágara”.
Fundada por don Miguel Armando, procedente de Council Bluffs, población del estado de Iowa, en los Estados Unidos.
Esta empresa refresquera se estableció inicialmente en la 5a calle de Miguel Lerdo esquina con la calle de Rafael Lucio, en el llamado barrio del Tecojotal. Posteriormente cambió su domicilio en la esquina de 16 de septiembre con Aldama.
Los refrescos tenían sabores de limón, naranja, grosella, manzana y chocolate, entre otros más, que eran un deleite para los coatepecanos. Eran envasados en botellas de “cuartitos”, estos se repartían en cajones de madera, montados en el lomo de un burro. El tintineo de las botellas suena aún en la memoria de muchos, describiendo la bella escena del repartidor con su burrito recorriendo las calles de Coatepec y los caminos de herradura hacia las rancherías. Algunos recuerdan que estos envases se caracterizaban por tener como tapón un cayuco.
La refresquera del “El Niágara” siguió funcionado hasta mediados de los años 60s del siglo XX. Debido a la fuerte competencia y el alto costo de la materia prima impidió su continuación.
Correo electrónico: uki12@live.com.mx
Fundada por don Miguel Armando, procedente de Council Bluffs, población del estado de Iowa, en los Estados Unidos.
Esta empresa refresquera se estableció inicialmente en la 5a calle de Miguel Lerdo esquina con la calle de Rafael Lucio, en el llamado barrio del Tecojotal. Posteriormente cambió su domicilio en la esquina de 16 de septiembre con Aldama.
Los refrescos tenían sabores de limón, naranja, grosella, manzana y chocolate, entre otros más, que eran un deleite para los coatepecanos. Eran envasados en botellas de “cuartitos”, estos se repartían en cajones de madera, montados en el lomo de un burro. El tintineo de las botellas suena aún en la memoria de muchos, describiendo la bella escena del repartidor con su burrito recorriendo las calles de Coatepec y los caminos de herradura hacia las rancherías. Algunos recuerdan que estos envases se caracterizaban por tener como tapón un cayuco.
La refresquera del “El Niágara” siguió funcionado hasta mediados de los años 60s del siglo XX. Debido a la fuerte competencia y el alto costo de la materia prima impidió su continuación.
Correo electrónico: uki12@live.com.mx
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