lunes, 14 de octubre de 2019

DESDE EL AULA Julio Hernández Ramírez



Estampas y retazos de un día.-

Puede ser mayo, julio o noviembre. Puede ser cualquier día. Pudiera parecer de rutinas, pero no; cada día tiene su propio encanto, representa la misma oportunidad, a veces te hace pasar, no sin sabores, mas bien tragos amargos que también son vida. Me levanto con el alba y me asaltan los mismo recuerdos, evoco las mismas imágenes, musito los mismos te quiero, acaricio los mismos propósitos, pido la protección de los mismos santos y vírgenes e invoco al mismo Dios. Me pierdo por melgas y veredas, expongo mi rostro a la gélida caricia del viento matinal y dejo que mis pies se humedezcan con las gotas de roció que tímidas palpitan sobre las hojas inertes de diversas plantas que ansiosas esperan los prístinos rayos del sol para, cual prismas, convertirlos en un haz multicolor. Provoco la algarabía de pequeñas parvadas de cotorros que vuelan con arrebato y la incómoda indiscreción de los papanes. Me maravillo al verme como testigo de la victoria del crepúsculo que va deshilachando las sombras hasta desaparecerlas, dejando ver a lo lejos una triada de colosos y fieles centinelas: el cerro de Chavarrillo, el volcán de Orizaba y el cofre de Perote, cada uno con su propia fisonomía, pero formando un conjunto disperso y espectacular.

Regreso a paso lento absorto en el pensar de los avatares propios del día. Me espera en la puerta mi madre con su rostro cansado y amoroso para decirme con tierna voz que está listo el desayuno. La miro radiante en la satisfacción por la modesta abundancia que ha dispuesto sobre la mesa: frijoles recién hervidos en la olla, huevos cocidos, queso fresco de cabra, nada salado, dice ella, bistec con rodajas de chile verde tomate y cebolla, tortillas a granel, pan, café y si quiero hasta una coca.

Luego de un gracias “ma” y la ducha, me voy a cumplir otras tareas, en el trayecto oigo las noticias en la radio. Pascal Beltrán, Pedro Ferris o José Cárdenas, esta bien, pero la mejor información local la obtengo del betunero mientras saca brillo a mi calzado, me pone al tanto de lo que se comenta en los corrillos del Palacio y de muchos supuestos horrores del submundo. Casi siempre termina con una frase lapidaria: “ Ya valieron, no mas no la están haciendo” . ¿Quiénes? Inquiero con fingida ingenuidad. ‘Los del nuevo gobierno’, revira con prontitud.

Recuerdo que tengo cita en una oficina del partido en el que siempre he militado y voy a seguir militando; me apresuro, me precio de ser religiosamente puntual. Llego a tiempo y hay cinco personas esperando. Doy el saludo de rigor y me responden al unísono con voz monótona y aburrida, me hacen presa de una mirada incierta hasta cierto punto perdida, para luego abandonarse en la pantalla seductora de su celular en un mutismo estéril y se crea un silencio que se rompe de repente con alguna risa de complicidad que se suelta sin abandonar el extravió de la mirada.

El día sigue. Llega la tarde como preludio de la noche. Luego, periodos de insomnio hasta que me levanto con el alba.

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