martes, 19 de noviembre de 2019
Desde el Aula De la euforia a la resaca
Cuando niño, los años se me hacían eternos y anhelaba con el alma que los días corrieran más a prisa. Hoy los años me parecen breves; pareciera que la cuenta regresiva les imprime una celeridad temeraria. Tal sensación me invade cuando acuso recibo de la invitación a una fiesta de XV años de una agraciada jovencita. Incontenible, la memoria vuela. Pienso, parece que solo fue ayer cuando la vi recién nacida, sorprendente en lo que se ha convertido.
Sus padres ambos dedicados a la docencia, matrimonio joven, me concedieron el honor de acercar el menor de sus hijos a la pila bautismal. Me emociona verlos plenos de dicha. La fiesta se realiza en un ambiente campestre, lugar de prodigio que bien lo define su nombre: “la bendición”. Adornado con esmero, la ocasión lo amerita, los motivos, como corresponden, de princesa. El padre, mi compadre, emocionado hasta las lágrimas, su esposa, sonriente y feliz; la reina de la fiesta radiante con una singular belleza que resalta la alegría y el agradecimiento reflejados en el brillo de sus ojos.
Me resultó agradable reencontrarme con viejos amigos en la cálida Tierra Blanca “La novia del sol”. En un momento coincidimos un catedrático del Tecnológico, dos maestros jubilados, dos labriegos y alguien que dejó la docencia para incorporarse a las filas de lo que fue la Policía Federal de Caminos. Todos amigos, reímos recordando anécdotas, hasta que la charla se centró en el acontecer actual. En verdad me sorprendió el que todos ellos manifestaran un sentimiento de intimidación en contra del presidente y la cuarta transformación. La intensidad de su enojo me hizo saber, sin que lo dijeran, que se cuentan, yo no, entre los que en su momento apoyaron esa corriente y hoy se encuentran decepcionados y se sienten engañados.
Ante ello, mi comentario fue en el sentido de que, con toda sinceridad esperaba que el presidente le fuera bien, pues de ser así, México saldría ganando. Sostuve que aún es tiempo, que como muchos, guardo la confianza que impere el recato, la prudencia y la razón, que se corrijan yerros y se superen entuertos, que el presidente asuma sus responsabilidad y atiendan los muchos y grandes problemas que asolan la nación con la altura de Midas que se espera de un hombre de Estado, sin revanchas, sin berrinches, sin necedad y ajustando todos sus actos a la Constitución que protestó respetar.
Mis argumentos no fueron compartidos. La respuesta que obtuve fue que se pasa de un error a otro apostando a la cortedad de la memoria y que la mentira es recurrente. Me ataja uno de ellos que sin más me dice: “Profesor, qué le sugieren las siguientes frases y conceptos: cero crecimiento económico, encuestas patito, cancelación del aeropuerto de Texcoco, Santa Lucía, el despido masivo de burócratas del SAT, el tren Maya, cancelación de guarderías, Seguro Popular y casas de refugio para mujeres violentadas, aguililla, familia Le barón, asignaciones directas sin licitación, recortes presupuestales al campo, cultura y educación, Bonillazo, desabasto de medicinas, cancelación de la reforma educativa, Culiacanazo y luego, una retahíla de etcéteras”.
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