La esclavitud en el siglo XXI
Hace unos días veía a Don Héctor Lozada eligiendo granos de café de una caja, los cataloga por tamaño, forma y color, lo hace para ofrecer a sus clientes lo mejor de lo mejor, en esa caja de plástico había unos 25 kilos, ignoro cuántos granos conformarán un kilo, pero si fuesen 800 granos por cada kilo, en esa bandeja había 20,000 granos, si lograra con su hábil mano limpiar ese café a cosa de medio segundo por grano, tenerlo dividido en la jerarquía que él mismo se impone, le llevaría más de seis días tenerlo listo, mucho trabajo, esclavizante labor. Aún así puede darlo a un excelente precio.
Este pensamiento me empuja hacia la siguiente cavilación, aunque se ha hablado bastante de que la esclavitud fue dejada atrás en el siglo XIX y parte del XX, lo cierto es que ese mal sigue siendo parte de nuestra humanidad, empresas grandes y bastante conocidas en el mundo dependen de la mano de obra barata para poder seguir compitiendo en un mercado globalizado, cuáles son los trabajadores más redituables, pues aquellos que no tienen un salario y si una obligación con sus patrones o mejor dicho, dueños.
Así por ejemplo, los teléfonos celulares utilizan un elemento llamado tantalio en las cámaras y el sistema de carga, este metal se obtiene de un mineral llamado coltán, cada kilo puede llegar a cotizarse entre 400 mil a 800 mil dólares, las minas más prolíficas de este mineral se encuentran en la República Democrática del Congo; África, ahora la pregunta que rige esta meditación. ¿Quiénes sustraen ese valioso material? Esclavos, personas sustraídas desde muy niños de sus hogares para ser los mineros que se adentrarán a las profundidades de la tierra en condiciones extremas, exponiendo la vida sin garantías. Cada uno de estos improvisados mineros es desechable, si enferma es abandonado y sustituido por otro esclavo, tradicionalmente se sacrifica al que no es productivo.
Hablando ahora del chocolate, que se elabora con el cacao, otros dos países africanos saltan a la vista, Ghana y Costa de Marfil, que por cierto logran suministrar algo así como el 70% del cacao al mercado mundial, se cree que en Latinoamérica también hay plantaciones de esta valiosa planta que funcionan bajo condiciones muy similares a las de las naciones africanas antes mencionadas, el esquema de la explotación infantil y la esclavitud. Europa es el principal destino de ese cacao en conflicto, las multinacionales chocolateras se han mostrado reacias a explicar por qué compran semillas de países donde hay esclavitud. Se estima que el negocio de semillas de cacao equivale a unos 1,100 millones de dólares al año.
Hay otros sectores productivos que se hacen de esclavos para hacer rentables sus emporios, la joyería, la prostitución, la pornografía, la industria del zapato, la industria electrónica, alfombras, la industria textil y la ropa de marca, por ejemplo, estas multinacionales se establecen principalmente en países asiáticos, sus trabajadores operan bajo condiciones muy similares a la esclavitud.
El tráfico de seres humanos y la mano de obra infantil alimentan al insaciable monstruo capitalista, que en nombre del dinero devora los bosques, destruye las selvas, contamina los ríos, lagos y mares condenando a la flora, la fauna y a nuestra propia humanidad a un futuro incierto, se estima que hay en el mundo más de 100 millones de esclavos, personas que no perciben un salario y mucho menos tienen prestaciones o derechos; creo firmemente que debemos redefinir lo que es humano, ojalá nos dé tiempo, presiento que la naturaleza ya no nos tolera.
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