lunes, 5 de julio de 2021

EXPRESO CORTADO - Por Gilberto Medina Casillas

YA NO HAY MÍSTICA EN MÉXICO




Vamos a tomar prestado del diccionario de la RAE, la definición de la palabra ‘mística’, nos dice: ‘La mística parte de la teología dogmática y moral que se refiere a la perfección de la vida cristiana en las relaciones más íntimas que tiene la humana inteligencia con Dios’. Como la gente normal no nos ocupamos de estos menesteres religiosos, no podemos entender la mística como esa entrañable conexión con la divinidad, así que el habla ha modificado el vocablo hasta constituir una figura literaria, la cual, se refiere a la vocación exenta de lucro, egoísmo o gloria personal. En este sentido, la persona que obra ‘por mística’, actúa con pasión y entrega a una causa desinteresadamente, buscando los fines de la misma, sin recibir nada a cambio, más que la satisfacción del deber cumplido y el esfuerzo invertido por ella sin buscar el propio beneficio material.


Esta es la forma en que abordaremos el término ´mística´, como la alegoría de una sana cualidad del alma humana, mediante la cual, el hombre y la mujer realizan acciones productivas con ánimo y vocación de servicio. La mística, en este contexto resulta una vocación firme fundada en una convicción profunda.


El mejor ejemplo que tengo a la mano es el trabajo de Rafael Ramírez Castañeda, el maestro que dirigió las Misiones Culturales en México, en 1928 y 1929 y; forjador de la escuela rural mexicana durante el plan sexenal 1934 - 1940.


El profesor de primaria se convirtió en el principal promotor de la educación de los más pobres del país, llevando la escuela hasta lo más recóndito de México, ofreciendo así, las oportunidades de alfabetización, capacitación en oficios como albañilería, alfarería, herrería, carpintería, agricultura y zootecnia; a las comunidades rurales e indígenas; así como la educación primaria, constitucionalmente establecida como obligatoria para todos los mexicanos.


Esta labor titánica, tremendamente ardua y difícil, fue acometida por Rafael Ramírez y personas como él, quienes creían en la misión educativa, como lo que Narciso Bassols definió como ‘la palanca del desarrollo humano’. 


En 1923, ya como catedrático en la Escuela Normal Primaria y actuando como funcionario en la Secretaría de Educación Pública, modela el esquema desde el que deberán de trabajar los maestros en las escuelas del campo. Poniendo alta la mira, propone un sistema escolar conocido como la Escuela Rural Mexicana con el que aspira formar a los hombres que la revolución (concluida pocos años antes) exigía. Cuatro son sus principios:


1) La escuela rural debe ser un medio donde el niño se instruya con lo que ve, rodeado de personas que trabajan. En ella no deben existir programas desarticulados, horarios rígidos, ni reglamentaciones estrechas.

2) La educación rural debe derivarse de las relaciones del niño y del hombre con la naturaleza y la sociedad, por medio del trabajo cooperativo, práctico, de utilidad inmediata y no simplemente de escritura o de lectura monótonas, ni de ideas hechas lecciones fragmentadas.

3) Las actividades deben servir para explicar los fenómenos naturales y sociales, por lo que deben carecer de programas estáticos que sólo los profesores suelen entender.

4) Es necesario proscribir castigos y premios para dejar al educando en completa libertad y espontaneidad, "porque la conducta humana, como la virtud y la verdad no se enseñan teóricamente, sino por el uso personal de la libertad".


El maestro rural, en consecuencia, debía estar siempre dispuesto al trabajo: humilde, pero digno; respetado y apreciado por la gente.


Don Rafael Ramírez dedicó su esfuerzo, sumó fuerzas y emprendió contra viento y marea su labor, la cual resultó muy satisfactoria, si bien sus frutos tardarían muchos años en reconocerse. Hoy día Las Vigas, Veracruz, lleva su nombre. Para realizar esta tarea que no exagero en llamar epopéyica, inspiradora y tenaz, Rafael Ramírez y sus maestros rurales tenían mística.


Espero que haya yo dejado en claro a qué me refiero con el actuar con mística. Ahora relataré una anécdota que yo viví en Palacio Nacional, donde fuimos convocados los Coordinadores Estatales de los programas COPLAMAR (1). Yo era el representante de Nayarit, una entidad federativa con alta ruralidad y presencia indígena notable.


De su despacho salió el Presidente de la República, Licenciado José López Portillo. Nos saludó y nos dijo que se destinaban recursos muy considerables hacia las regiones y grupos más pobres, con quienes los mexicanos, sociedad y gobiernos, tenemos una deuda impagable. Con voz imperativa nos dijo: “No les voy a pedir mística, la mística ya no existe en este país, lo que les voy a exigir es una completa honestidad en el manejo de estos cuantiosos recursos y su dirección correcta.”


Que no exista ya mística en México es doloroso. No hay héroes tampoco, se ha perdido la vitalidad sagrada de los chamanes, se ha pervertido el modelo comunitario, desbaratado las honestas colectividades y la política es fecal. Estamos jodidos.


1| Conjunto de programas asistenciales para zonas deprimidas y grupos marginados CONASUPO (tiendas rurales), IMSS (unidades médicas rurales), STPS (Cooperativas Forestales) y SAHOP (sistemas de agua entubada).






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