martes, 20 de junio de 2017

Cerca del Cielo.



Por: José Ramón Flores Viveros.
14 años.
Finalmente con mucho nervio se consiguió festejar el 14 aniversario de esta columna. La audiencia aunque con una discreta presencia, pero distinguida sin duda. Mi gratitud para quienes generosamente hicieron un hueco en su agenda para acompañarme. Siempre lo digo y lo sostengo me sigue causando terror escénico hablar en público. Aunque también admito que me encanta interactuar con la gente aunque pueda parecer una contradicción.
Hacer un balance de todo este tiempo escribiendo una columna semanalmente es un tanto complejo. Me pregunto de dónde he podido sacar un tema diferente todo este tiempo, no sé si ya lo había dicho pero sin considerarme honestamente un verdadero columnista, sino un auténtico aprendiz aun de columnista, cuando hay que elaborarla, me siento como supongo se deben de sentir las amas de casa, cuando piensan que es lo que van a preparar para la familia el día de hoy. Es un hecho que más de una vez he refriteado algún tema.
Pero con refritos y como haya sido, lo importante es cumplir con el compromiso con los medios y tratar siempre de darle algo útil a quienes amablemente nos leen. Una columna sin duda alguna también alcanza su mayoría de edad y también presenta una evidente evolución. Al leer colaboraciones pasadas logro sentir cambios en mi forma de pensar y de ver la vida. Ya no soy el mismo y también he experimentado perdidas terribles en este tiempo como lo fueron la muerte de mis padres. Una situación que se reflejó en mi manera de escribir y de percibir la vida. Recuerdo que poco antes de que falleciera mi madre, viví un proceso depresivo inexplicable. Fue algo horrible, y quienes lo han vivido me podrán entender, perdí el interés por todo y también me aislé del planeta. Me olvide de todo, mi madre estaba muy preocupada por mi situación anímica, ella siempre fue una mujer de carácter fuerte y práctica ante los problemas. Como había dejado de realizar la colaboración- tenía más de un mes sin hacerlo- habló enérgicamente conmigo y me exigió que volviera a elaborar la columna, haciéndome ver que era un compromiso con los medios donde me publicaban y que además corría el riesgo de que me quitaran el espacio. Las maneras de mi mama nunca fueron de mi total agrado, pero debo reconocer que eran efectivas. De momento me enoje mucho con ella, y me salí muy molesto de su casa. Sin embargo al analizar sus palabras y ya más tarde, reconocí que tenía toda la razón del mundo. De los problemas solo se puede salir, con mucha  fuerza de voluntad. “Cerca del Cielo” gracias a ella, fue un instrumento, una gran terapia para poder salir adelante.

Vuelvo a agradecer a todos los medios que me publicado y a los que lo siguen haciendo. Sin ellos esta columna jamás hubiera sido posible. Reconozco con mucha pena que más de una vez, consiente e inconscientemente, he pecado de soberbio pensando que lo poco que he realizado ha sido únicamente merito mío y nada más alejado de la realidad. Ya que siempre necesitamos de la ayuda de alguien para lograr conseguir nuestros propósitos y sin esta ayuda realmente no seriamos nada ni nadie.
Que Dios bendiga a todos aquellos que de manera generosa e incondicional me han apoyado en mis sueños guajiros. En todo esto la familia es fundamental. Mientras el creador lo permita espero seguir compartiendo y llegando a mis 4 fieles lectores, como dice Catón. Desde el fondo de mí corazón ¡Feliz día del Padre!, que la pasen de puro lujo. También para las mamás que son papá y mamá, un abrazo grande.

Moraleja: Las mamás siempre tienen la razón.

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