Se aprende practicando.- La
generosa pero tranquila lluvia que ha caído en los cafetales de la zona, ha
devuelto el verde característico a las fincas y también encendido la esperanza
de una buena cosecha. La vida es de ciclos y así como hay tiempos para sembrar
y cosechar, también hay tiempos para planear y dar mantenimiento a esas
dadivosas matas que año con año brindan su producción a quien con gusto las
cuida. Podar, resembrar, abonar y limpiar la finca, es parte de la cultura que
forma parte del ritual cotidiano del campesino. Ese hombre emblemático que
entrega su vida, su tiempo y su familia a la ilusión de ver convertido su
trabajo en granos rojos. Producto aromático que el año próximo cumplirá 210
años de haberse establecido en esta región. Que le gustó su nueva casa y se
quedó permanentemente mostrando su felicidad ofreciendo riqueza. Al compás del
machete y del azadón, la conversación se hace amena como siempre con el
lenguaje particular del jornalero. Acordaron ya no habar más de política, ni de
campañas, ni de candidatos. La resaca que les dejó tanto discurso, la eliminan
con el sudor del jornal. “Ya se acabó la campaña, ahora hay que exigir que los
que se van, que dejen buenas cuentas, y si no, que respondan ante la ley; y que
los que llegan, realmente hagan un buen trabajo porque ganaron con muy poco y
tienen el compromiso y la obligación de cumplirle al pueblo que los apoyó”.
Nadie se percató de quién dijo tan sabia perorata, pues su voz se confundía con
el ruido del viento, de los pájaros, de los machetes y de las ramas acariciando
el sombrero; fue mucho después que incrédulos comprobaron que el aprendiz de
labrador, ese que había que explicarle las cosas con naranjas, estaba empezando
aprender a ser ilustrado, erudito, versado, agudo, sagaz, perspicaz y todo eso
que ha abrevado del viejo cortador curtido por el tiempo y el trabajo, no solo de
sus manos sino de su cerebro.
De reparto y distribución.- El
mismo mozalbete que muchas veces fue pendejeado por el tatiasca, el que todos
le daban coscorrones por sus incoherencias; ahora estaba retoñando con prometedores
brotes de conocimiento. Luego de hacer un buche de agua fresca tomada del
calabazo, se limpia el sudor y escupe, diciendo. “Pero hay muchas cosas que no
entiendo. En eso de las impugnaciones, unos reclaman que otro ganó, cuando los
que reclaman no hicieron lo que debieron. O sea, no estoy de acuerdo que me
ganaste y reclamo, pero perdí por tarugo. Y por otra parte, en eso de la
distribución de regidurías unos se agandallaron y se despacharon con la cuchara
grande auto asignándose tres y dejando solo dos, aprovechando que la ley no es
clara en eso de los números. O´ra resulta que por interpretación de un vacío
legal, pudieran quitarle una a cada uno de los que se llevaron tres y
asignarlas a dos de los independientes. Estoy hecho bolas. Cuando venga el
patriarca le pediré que me aclare este enredo porque en eso de la pluralidad,
todavía no soy muy transparente”. Los que lo escucharon corrieron de inmediato
a checar el calabazo, para ver si realmente era agua lo que estaba tomando.
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