lunes, 18 de septiembre de 2017

DESDE LA FINCA

Ilusiones y desencantos.- Los cortadores ya se preparan para la primera pepena, las matas de café ya lucen suficientes granos rojos como para darle la primera “pasada”. Algunos ya portan con gallardía su tenate manchado por las mieles de cosechas anteriores, lona, moruna y mecate complementan su atavío. Empieza la temporada en la que pueden ganar una lanita adicional, producto del corte de café. Cada año se espera con ilusión porque es cuando se pueden “hacerse de sus cositas”: sombrero nuevo, zapatos pa’ los chiquillos, una olla de barro nueva, las chanclas pa’ la maría y a lo mejor hasta para un radio nuevo o el enganche de una tele. En abonos desde luego.
“Pero tengan cuidado” espeta el viejo campesino correoso y endurecido por los jornales del azadón y de la poda y diplomado por el tiempo: “tengan cuidado al comprar en Elektra o en Coppel, porque pagan diez veces más el precio de los artículos y si se retrasan les embargan hasta el colchón. Esas tiendas y los bancos, no se tientan el alma cuando les debes. Son agiotistas y usureros. Mi comadre doña Casilda que su marido fue barrendero con base, al morir le dejó una pensioncita que esos desgraciados con arguyeses le embargaron y lleva años pagando y en lugar de bajar su deuda, ahora debe más de lo que pidió. Hay muchísima gente en esa situación pero por ignorancia o por miedo no buscan quien los apoye. Se coluden con autoridades y empleados para revolverles más su asunto y los tienen ahorcados. Lean antes de firmar cualquier papel, porque si no, los atoran. Son melosos pa’ que les compres, pero luego te tratan como mendigo cuando les pides que te aclaren o les quieres reclamar”. Los cortadores, sorprendidos por el sermón de la loma y todavía medio apendejados por el eclipse, el ciclón y el temblor, reflexionan en silencio de la sabiduría del anciano. Uno de los cámpiras, como para cambiar el tema hace el comentario de que a un taxi se lo llevó un río y que las crecientes bajan con mucha fuerza. Ya encarrerado, el oráculo viviente, con la frente arrugada y cenizo el pelo, piensa en voz alta y todos escuchan: “Cada vez serán más fuertes las corrientes de los ríos porque las lluvias irán haciéndose más intensas. ¿Ven que bajan llenos de lodo, piedras y ramas? ¿De dónde jala tanta tierra y dónde creen que se va? Al llover tanto y haber menos árboles por la tala inmoderada, no existen barreras naturales que detengan la erosión y el agua arrastra de las partes altas esa tierra que debería quedarse, porque es tierra fértil, las montañas se están lavando. Toda esa tierra se acumula en los ríos de las partes bajas haciéndolos menos profundos y ocasionando que se salgan de su cauce inundando cada vez más zonas que antes no se anegaban. Todavía estamos a tiempo de evitar más desastres que nosotros mismos ocasionamos al dañar tanto a la tierra. Vean lo que está pasando en muchas partes del país y del mundo. Miles de muertos y damnificados por las inundaciones. Y cada vez será más grave. Por eso debemos cuidar nuestro campo, nuestros árboles, nuestras fincas. Evitar lo más posible o por lo menos regular y sobre todo reponer, cuando se arrasan campos para la construcción de fraccionamientos. Anteponer la vida del planeta sobre los intereses económicos. De otra manera, Nostradamus y San Malaquías, se van a quedar cortos con sus profecías porque el daño pudiera ser irreversible”. Silencio y espanto total, de los, ya de por sí, ciscados campesinos.



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