DESDE
LA FINCA
Ilusiones y desencantos.- Los
cortadores ya se preparan para la primera pepena, las matas de café ya lucen
suficientes granos rojos como para darle la primera “pasada”. Algunos ya portan
con gallardía su tenate manchado por las mieles de cosechas anteriores, lona,
moruna y mecate complementan su atavío. Empieza la temporada en la que pueden
ganar una lanita adicional, producto del corte de café. Cada año se espera con
ilusión porque es cuando se pueden “hacerse de sus cositas”: sombrero nuevo,
zapatos pa’ los chiquillos, una olla de barro nueva, las chanclas pa’ la maría
y a lo mejor hasta para un radio nuevo o el enganche de una tele. En abonos
desde luego.
“Pero tengan cuidado” espeta el viejo campesino correoso y
endurecido por los jornales del azadón y de la poda y diplomado por el tiempo: “tengan
cuidado al comprar en Elektra o en Coppel, porque pagan diez veces más el
precio de los artículos y si se retrasan les embargan hasta el colchón. Esas
tiendas y los bancos, no se tientan el alma cuando les debes. Son agiotistas y
usureros. Mi comadre doña Casilda que su marido fue barrendero con base, al
morir le dejó una pensioncita que esos desgraciados con arguyeses le embargaron
y lleva años pagando y en lugar de bajar su deuda, ahora debe más de lo que
pidió. Hay muchísima gente en esa situación pero por ignorancia o por miedo no
buscan quien los apoye. Se coluden con autoridades y empleados para revolverles
más su asunto y los tienen ahorcados. Lean antes de firmar cualquier papel,
porque si no, los atoran. Son melosos pa’ que les compres, pero luego te tratan
como mendigo cuando les pides que te aclaren o les quieres reclamar”. Los
cortadores, sorprendidos por el sermón de la loma y todavía medio apendejados
por el eclipse, el ciclón y el temblor, reflexionan en silencio de la sabiduría
del anciano. Uno de los cámpiras, como para cambiar el tema hace el comentario
de que a un taxi se lo llevó un río y que las crecientes bajan con mucha
fuerza. Ya encarrerado, el oráculo viviente, con la frente arrugada y cenizo el
pelo, piensa en voz alta y todos escuchan: “Cada vez serán más fuertes las
corrientes de los ríos porque las lluvias irán haciéndose más intensas. ¿Ven
que bajan llenos de lodo, piedras y ramas? ¿De dónde jala tanta tierra y dónde
creen que se va? Al llover tanto y haber menos árboles por la tala inmoderada,
no existen barreras naturales que detengan la erosión y el agua arrastra de las
partes altas esa tierra que debería quedarse, porque es tierra fértil, las
montañas se están lavando. Toda esa tierra se acumula en los ríos de las partes
bajas haciéndolos menos profundos y ocasionando que se salgan de su cauce
inundando cada vez más zonas que antes no se anegaban. Todavía estamos a tiempo
de evitar más desastres que nosotros mismos ocasionamos al dañar tanto a la
tierra. Vean lo que está pasando en muchas partes del país y del mundo. Miles
de muertos y damnificados por las inundaciones. Y cada vez será más grave. Por
eso debemos cuidar nuestro campo, nuestros árboles, nuestras fincas. Evitar lo
más posible o por lo menos regular y sobre todo reponer, cuando se arrasan
campos para la construcción de fraccionamientos. Anteponer la vida del planeta
sobre los intereses económicos. De otra manera, Nostradamus y San Malaquías, se
van a quedar cortos con sus profecías porque el daño pudiera ser irreversible”.
Silencio y espanto total, de los, ya de por sí, ciscados campesinos.
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