lunes, 4 de septiembre de 2017

El resurgimiento de la Sociedad Civil en la Vida Democrática.

Participación del Lic. Jesús Roberto Macías Bañuelos en la “Mesa de Diálogos para una cultura Cívica” organizada por el INE, celebrado en Coatepec, Ver. el día 30 de agosto del 2017.

De la elección de buenos ciudadanos, se podría esperar un buen desempeño. Sin embargo, en la práctica no está sucediente esto: los ciudadanos no son escogidos entre los mejores perfiles, ni por su preparación, ni por sus valores éticos, ni su reputación social. Son elegidos de acuerdo a intereses muy diferentes a los que aspira la sociedad. Así lo demuestran los indicadores de satisfacción ciudadana.


La propia autoridad electoral quien regula y califica los procesos, ha sido señalada por incluir entre sus consejos directivos, personas que no reúnen el perfil de ciudadanos autónomos y en cambio representan a los diferentes partidos. Entonces, ¿Son en verdad ciudadanos los que organizan y sancionan los procesos electorales, como lo establece la Ley?

A finales de los años 60 y 70, surgió lo que hoy se conoce como Sociedad Civil. En nuestro país, los movimientos de 1968 y 1971 cimbraron las estructuras políticas, gubernamentales y sociales. Como respuesta, en México se realizaron grandes reformas a la Ley electoral en 1978; años más tarde el gobierno dejó de organizar los procesos electorales al conformarse el IFE, se dice que por primera vez se empezaron a contar los votos.

Pero, una vez elegidos los ciudadanos al cargo de representación popular nos preguntamos: ¿Cuál debe ser el papel de la Sociedad que los eligió para sancionar su desempeño? ¿Existen mecanismos eficientes para conocer, calificar y sancionar las acciones de gobierno? Me temo que no.

La democracia mexicana está totalmente en manos de los partidos políticos. En la práctica: ellos eligen, venden y hasta sortean los candidatos por los que habremos de votar; ellos conforman buena parte de los órganos electorales; subsisten gracias a las enormes prerrogativas provenientes del erario público; aprueban leyes sin consultar a los ciudadanos. A través de sus diputados, autorizan sus propios presupuestos, de las instituciones autónomas, del Poder Judicial. Aún más, aprueban el nombramiento de los magistrados que conforman los tribunales. ¿Dónde queda entonces la participación de los ciudadanos?

La Sociedad Civil organizada, concebida como ese espacio de la vida social en la búsqueda del bien ético, independiente del Estado, puede ser una gran solución para transformar nuestra vida democrática

Propuestas de cambio para reestablecer la vida democrática:

·         Eliminar el Fuero de los servidores públicos, para evitar la impunidad
·         Eliminar los legisladores de representación proporcional, son elegidos por los partidos no por los ciudadanos.
·         Eliminar el financiamiento público a los partidos, muchos de ellos se han convertido en negocios y en franquicias estatales vendidas al mejor postor.
·         Eliminar la “reserva” de asuntos que limitan el ejercicio del derecho del acceso a la información pública, particularmente para entorpecer investigaciones de peculado.
·         Permitir que absolutamente todas las sesiones de cabildos sean abiertas al público y que las actas se publiquen en el portal de transparencia.

·         Fomentar el surgimiento de nuevas organizaciones de la sociedad civil cuyo objeto social se centre en la promoción de la cultura democrática, fortalecer las ya existentes (sin disminuir su autonomía). Apoyar y dar facilidades para que adquieran estatus jurídico, facilitando su protocolización y registro, reconociéndolas como Entidades de Interés Público.

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