El resurgimiento de la Sociedad Civil en la Vida Democrática.
Participación del
Lic. Jesús Roberto Macías Bañuelos en la “Mesa de Diálogos para una cultura
Cívica” organizada por el INE, celebrado en Coatepec, Ver. el día 30 de agosto
del 2017.
De la elección de buenos ciudadanos,
se podría esperar un buen desempeño. Sin embargo, en la práctica no está
sucediente esto: los ciudadanos no son escogidos entre los mejores perfiles, ni
por su preparación, ni por sus valores éticos, ni su reputación social. Son
elegidos de acuerdo a intereses muy diferentes a los que aspira la sociedad.
Así lo demuestran los indicadores de satisfacción ciudadana.
La propia autoridad electoral quien
regula y califica los procesos, ha sido señalada por incluir entre sus consejos
directivos, personas que no reúnen el perfil de ciudadanos autónomos y en
cambio representan a los diferentes partidos. Entonces, ¿Son en verdad
ciudadanos los que organizan y sancionan los procesos electorales, como lo
establece la Ley?
A finales de los años 60 y 70,
surgió lo que hoy se conoce como Sociedad Civil. En nuestro país, los
movimientos de 1968 y 1971 cimbraron las estructuras políticas, gubernamentales
y sociales. Como respuesta, en México se realizaron grandes reformas a la Ley
electoral en 1978; años más tarde el gobierno dejó de organizar los procesos
electorales al conformarse el IFE, se dice que por primera vez se empezaron a
contar los votos.
Pero, una vez elegidos los
ciudadanos al cargo de representación popular nos preguntamos: ¿Cuál debe ser
el papel de la Sociedad que los eligió para sancionar su desempeño? ¿Existen
mecanismos eficientes para conocer, calificar y sancionar las acciones de
gobierno? Me temo que no.
La democracia mexicana está
totalmente en manos de los partidos políticos. En la práctica: ellos eligen,
venden y hasta sortean los candidatos por los que habremos de votar; ellos
conforman buena parte de los órganos electorales; subsisten gracias a las
enormes prerrogativas provenientes del erario público; aprueban leyes sin
consultar a los ciudadanos. A través de sus diputados, autorizan sus propios
presupuestos, de las instituciones autónomas, del Poder Judicial. Aún más,
aprueban el nombramiento de los magistrados que conforman los tribunales.
¿Dónde queda entonces la participación de los ciudadanos?
La Sociedad Civil organizada,
concebida como ese espacio de la vida social en la búsqueda del bien ético,
independiente del Estado, puede ser una gran solución para transformar nuestra
vida democrática
Propuestas de cambio para
reestablecer la vida democrática:
·
Eliminar el Fuero de los servidores públicos, para evitar
la impunidad
·
Eliminar los legisladores de representación proporcional,
son elegidos por los partidos no por los ciudadanos.
·
Eliminar el financiamiento público a los partidos, muchos
de ellos se han convertido en negocios y en franquicias estatales vendidas al
mejor postor.
·
Eliminar la “reserva” de asuntos que limitan el ejercicio
del derecho del acceso a la información pública, particularmente para entorpecer
investigaciones de peculado.
·
Permitir que absolutamente todas las sesiones de cabildos
sean abiertas al público y que las actas se publiquen en el portal de
transparencia.
·
Fomentar el surgimiento de nuevas organizaciones de la
sociedad civil cuyo objeto social se centre en la promoción de la cultura
democrática, fortalecer las ya existentes (sin disminuir su autonomía). Apoyar
y dar facilidades para que adquieran estatus jurídico, facilitando su
protocolización y registro, reconociéndolas como Entidades de Interés Público.
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