lunes, 30 de octubre de 2017

¡AHORA es el CAMBIO!

Por: Juan Carlos Atzin Calderón

Las costumbres y tradiciones se viven, se sienten, se huelen y disfrutan
-       Juan Carlos Atzin Calderón

Ha llegado el aroma del chocolate esperado, del pan de muerto, de las calaveritas literarias, la puesta de altares, de los disfraces de catrinas y catrines.
El Altar de Muertos que conocemos actualmente fue introducido a esta fiesta en la conquista. Los españoles llegaron y combinaron la costumbre que ya estaba,  con la celebración de Todos los Santos. Hoy día, uno de los elementos de tan ancestral celebración son los altares, los cuales se representan por varios niveles, donde se ponen todos los elementos que hacen que su simbolismo sea tan importante.

Comúnmente en los altares se pone la imagen o pintura del difunto en lo más alto, el papel picado también es muy importante porque le da color al altar. Los colores típicos del papel picado son morado y naranja, las flores de cempasúchil tampoco pueden faltar, mismas que se han usado desde la época prehispánica, las calaveras de azúcar, barro, chocolate o yeso con adornos y patrones que gustan por su rico sabor y olor. El altar de muertos también tiene varios elementos religiosos, la mayoría de los altares tienen cruces, imágenes religiosas y rosarios. Estos fueron introducidos hasta después de la conquista porque antes no existía un rastro del catolicismo.
Veracruz es un estado multicultural que guarda gran riqueza en materia de tradiciones y costumbres, el Día de Muertos es muestra de ello, siendo testigos de las diversas formas de preservar una tradición ancestral. Los altares prehispánicos estaban compuestos por sus innumerables muestras de riqueza natural, sobre todo productiva, enfocada a la agricultura como lo fueron las más de 20 especies de maíz existentes en el México Tenochtitlan, sumado a ello flores y frutas originarias de las tierras Mesoamérica.
Hoy día se ha evolucionado mucho en materia de costumbres y tradiciones, la influencia de otras culturas, así como del tiempo, ha hecho que en México y Veracruz demos muestra de enorme riqueza cultural al mundo. Aprovecho estas líneas para compartir con Coatepec y la región a grandes rasgos, algunos elementos que se acostumbra a poner en los altares de la zona norte de Veracruz, donde la festividad comienza en septiembre, cuando inician los ensayos de los danzantes, los altares se empiezan a construir a partir del 28 de octubre; días previos se compra flor llamada “mano de león”, cempasúchil, bojolillo -que es una bolita repleta de ajonjolí color morado, originaria de la Huasteca de Veracruz- entre otros insumos que se usan como adornos. Otro de los componentes son el arco, mismo que se elabora con palo de sol y rama Iglesia, además se ponen tamales "piques" de frijol, de carne deshebrada de pollo, de pemuches -que en la zona centro se le llaman gasparitos o espaditas- con puerco y ajonjoli, pan de muerto típico, chocolate, atoles, café y elementos comunes de la tradición.
El día de muertos es un símbolo de identidad mexicana, una tradición que nos hace recordar a nuestros fieles difuntos, a quienes estuvieron en algún momento compartiendo su vida con nosotros en la tierra, una celebración que une el mundo prehispánico con el mundo actual, un encuentro de dos mundos.
Los elementos que conformen el altar del día de muertos huelen a México, huelen a identidad, es un paso transitorio a una nueva vida, un momento para recordar, la etapa donde los vivos convivimos con quienes han partido al más allá; una tradición para compartir, llena de tradición, colores, costumbres, sentimientos y amor a la vida eterna.
Vivamos nuestras costumbres y tradiciones, que el recuerdo nos lleve al mundo del Mictlán pasando por los siete pisos del altar ¡AHORA es el CAMBIO!

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