lunes, 30 de octubre de 2017

Más que polvo de estrellas
Por Sergio Jimarez
Aunque la canción diga: “Estaré a un millón de años luz de casa” la verdad es que no es nada cerca, aunque también le faltaría mucho para decir que estará en un lugar alejado del universo. Un año luz es la distancia que recorrería la luz en un año, la luz viaja a una velocidad de más o menos 300,000 kilómetros en un segundo y un año tiene poco más 31 millones de segundos, entonces un año luz es un 9 acompañado de 12 ceros en kilómetros aproximadamente. Para tener una idea más clara, si pudiéramos viajar en una nave espacial que alcanzara la velocidad de la luz, tardaríamos ocho minutos en ir de la tierra al sol, pero tardaríamos cuatro años en llegar a la estrella más cercana al sistema solar (cuatro años luz) y nos llevaría 2.3 millones de años recorrer el diámetro de nuestra galaxia.

Para ocupar el espacio en el universo deben existir cuerpos muy grandes o cantidades gigantescas de objetos, esto da paso a que se halle mucha diversidad en cuanto al tipo de cosas que hay en el universo. En la noche, nuestro cielo sólo muestra lo que llamamos estrellas pero la realidad es que cada punto observable puede ser algo más que eso; una estrella es un cuerpo luminoso que está emitiendo energía y que está formada de plasma, mantiene su forma gracias a la acción gravitacional; existen muchos tipos de estrellas de acuerdo a su tamaño, temperatura y componentes y estos aspectos afectan su ciclo de vida por ejemplo, al morir pueden terminar como una enana blanca, un agujero negro o una estrella de neutrones.
Las estrellas nacen cuando el polvo estelar o nubes moleculares se agrupan en regiones densas y al reunir una cierta cantidad de materia comienza a colapsarse bajo su propia acción gravitacional, posteriormente comienza a aumentar su energía convirtiéndose en calor. Durante algún tiempo, la estrella estará convirtiendo los elementos de su núcleo en otros liberando energía; de acuerdo a su tamaño, esta etapa es variable en cuanto a su duración (en escala de estrellas son millones de años). Cerca de su fin, la estrella comienza a actuar en un estado de intermitencia en la combustión de su núcleo, aumentando y disminuyendo su brillo, en este estado, la estrella se ha convertido en una nova, pero si este proceso lo hace de una forma agresiva produciendo una enorme explosión, entonces lo que se formó fue una supernova, en este caso, la explosión emite nubes y polvo de gas que al paso de tiempo nuevamente formarán otras estrellas continuando en el ciclo de vida en el universo.
La formación de los planetas ocurre de manera similar sólo que el tipo de materiales que lo forma es distinto dando como resultado características tan diversas y condiciones distintas entre uno y otro; además que les acompaña la particularidad de que giran en torno a una estrella. La existencia de los planetas depende del tiempo de vida de su estrella central.
El tiempo de vida de los planetas también se extiende por millones de años a lo largo de los cuales en el universo se han presentado explosiones, vida y muerte de estrellas, formación de agujeros negros y un sinfín de fenómenos que forman parte de la dinámica espacial y en tan sólo un pequeño espacio de tiempo y con las característica precisas se inició la vida en la tierra. La historia de la vida en este planeta tiene una antigüedad de 4 mil millones de años, pero a comparación de la escala del universo es apenas una fracción de segundo lo que ha ocurrido en todo esto que vemos, conocemos y apreciamos como vida.

El sol por sus características y composición se estima que vivirá unos 5 mil millones de años en su forma actual, después de ese tiempo se convertirá en una gigante roja y aumentará su tamaño hasta alcanzar al planeta tierra, su propio peso lo hará comprimirse y luego volverá a expandirse liberando parte de su masa que se convertirá en una nebulosa planetaria y quedará su núcleo convertido en una enana blanca después de mucho tiempo se convertirá en una enana negra, un cuerpo frío e invisible rondando en el espacio, hasta que otra vez ocurra algo que lo convierta en parte de una nueva estrella, o un planeta, un ser vivo.

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