lunes, 19 de febrero de 2018

Cerca del Cielo - Por: José Ramón Flores Viveros


Una Historia absurda y difícil de creer,pero… 


El milagro del espíritu humano es dar. 
Anónimo. 

Lo que les voy a contar a continuación sucedió en 2003, es un relato del cuidador del albergue del Chimborazo. Es una situación un tanto absurda y trágica. Siempre me ha fascinado provocar que la gente hable, me encanta escuchar historias de la vida de mis semejantes, y no es porque me guste enterarme de la vida ajena, el asunto no va por ahí. Don Iván Vizcarra en la montaña había vivido muchas historias. Sin embargo era muy hermético. Cuando le solicité que me platicara alguna anécdota que recordara en particular, de plano me corto la conversación. La clave fue cuando supo que éramos mexicanos y la magia de la conversación la provocó un nombre: Dr. Ricardo Torres Nava. Toda su actitud cambió, cuando presumí que lo conocía bien, que éramos muy cuates. Don Iván, lo había visto escalar el Chimborazo, “¡¡Es un excelente escalador!!”.Se desbarató en elogios para Ricardo, ya sin solicitárselo, nos comenzó a platicar una de tantas historias del Chimborazo.

Comentó que años antes unos alpinistas peruanos habían sufrido una caída que casi les cuesta la vida. Descendían a escasos metros de la cumbre cuando comenzaron a rodar violentamente sin control. Uno de ellos se precipitó sobre una profunda grieta. Su compañero resbaló sin control cientos de metros. Afortunadamente la noche anterior había nevado copiosamente y la gruesa capa de nieve fue amortiguando su caída, hasta detenerlo. Solo sufrió fracturas menores en uno de sus brazos y se chispo un hueso de la cadera. El alpinista que cayó en la grieta, cuando los cuerpos de rescate lograron sacarlo, estaba prácticamente ileso, con escoriaciones en el cuerpo, pero de forma misteriosa tenía la nariz fracturada y sin dos dientes delanteros. Salvaron la vida de manera fortuita y misteriosa.

Aparentemente era un accidente más en el traicionero glaciar de la montaña más alta de Ecuador. Un escalador chileno fue quien bajó a dar aviso del accidente. Lo insólito y absurdo de esta historia surgió meses más tarde, cuando un alpinista extranjero que iba a escalar, le preguntó a Don Iván, que si sabía algo de los peruanos accidentados. Le dijo que no tenía conocimiento de ellos. Que habían regresado a Lima después de estar hospitalizados un par de semanas en Quito. Era el mismo alpinista testigo del accidente.

Lo que el chileno comentó fue increíble, parecía ser de un libreto de película. Cuando los peruanos bajaban de la cumbre, se los topo, a pesar de la agonía que experimentaba, se pudo dar cuenta de que venían discutiendo acaloradamente. Jadeaban para poder seguir hablando y descender. Entonces uno de ellos manifestó “¡¡ Sí, anduve con tu esposa, y deja ya de estarme chingando!!” Entonces el ofendido, lo golpeó con el puño de manera violenta y seca en el rostro. Saliendo volando hacia el vacío, pero en un movimiento desesperado, en el último momento logro sujetarse de la chamarra del golpeador arrastrándolo también en su caída.

Esta había sido la verdad del accidente de los peruanos. El chileno argumentó que no había dicho la verdad de los hechos, ya que implicaría la intervención de las autoridades, además de que seguramente, se iba a ver involucrado como testigo.

Una historia absurda e insólita. Fue un milagro que nadie muriera ya que esto hubiera tomado un sesgo legal para cualquiera de los involucrados. Estos, graciosamente callaron la verdad de su caída… ambos habían podido desquitar su coraje finalmente.

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