lunes, 3 de junio de 2019

Botiquín en la Cocina, Alimentos Medicina- Por: Lulú De León

Bajar de peso, el reto constante

El exceso de peso y la obesidad son un problema que cada vez padecemos más personas en el mundo, es una condición que reconocemos mayormente por apariencia; un crecimiento excesivo del cuerpo que lentamente se apodera de nuestro estilo de vida y emociones; baja autoestima, ansiedad, desesperación, malestar estomacal, dificultad para realizar actividades al aire libre, falta de energía, problemas para viajar al necesitar más espacio del asignado en autobuses, aviones y otros sistemas de transporte, etc. Sin embargo, la obesidad no sólo es una condición física en apariencia, siempre va acompañada de trastornos en la salud que suelen convertirse en padecimientos crónicos de diagnóstico irreversible.

Me observo, y a través de mi propia percepción, hago un análisis de mí mismo determinando si estoy realmente sano o mi cuerpo me está mandando señales de que estoy enfermo.

Las molestias que indican enfermedad y alerta de trastornos severos son las siguientes: inflamación intestinal, gases estomacales, reflujo gástrico, acidez estomacal, abdomen abultado o endurecido, halitosis, lengua con una capa gruesa y amarillenta, ansiedad, exceso de estrés, heces fecales acuosas o estreñimiento, trastornos del sueño. Si descubro que mi cuerpo presenta alguna de estas señales de auxilio y no me siento preparado para un cambio alimentario, debo hacer los siguientes 2 pasos:

Paso 1.- Agrego un elemento básico faltante: probióticos (kombucha, kefir, tibicos, chucrut). Agregar es más sencillo que eliminar, por lo que sumar a la vida diaria una bebida o alimento no genera malestar ni cambio severo en nuestros hábitos, sin embargo en 3 a 4 días habremos mejorado toda esta lista de condiciones, aun si las padecemos todas.

El desequilibrio alimentario global, está asociado a la modernización, la vida acelerada, y las largas jornadas laborales lejos de casa nos limitan a la compra de productos industrializados o empaquetados en el supermercado. En su mayoría carecen de calidad nutricional y están compuestos por grandes cantidades de azúcar, colorantes, saborizantes, conservadores, sodio y otras sustancias químicas dañinas para la salud. Los alimentos procesados generan adicción física y ansiedad, dejar de consumirlos inevitablemente nos llevará a una crisis de abstinencia y malestar que se convierte, la mayoría de las veces, en una prueba difícil que nos derrota interminables veces al emprender “la dieta”.

Según la Medicina Tradicional China, los desequilibrios se generan por un exceso o deficiencia, por lo que se deduce que un trastorno alimentario padece constantemente crisis de ansiedad o depresión. A veces estas crisis son casi imperceptibles porque el entorno que nos rodea vive mayormente así, en una crisis constante de ritmo acelerado y estrés, que nos invita a ser “normales” aun padeciendo malestares físicos constantes.

Paso 2.- Agrego una hierba relajante (flores de azahar, pasiflora, melisa o toronjil) ya sea en un té por la mañana y noche, o bien a través de unas gotitas de micro dosis tres veces al día. Inducir al cuerpo a un estado relajado nos permitirá no solamente sentirnos mejor, sino que reducirá nuestras acciones compulsivas a la hora de decidir los alimentos, mejorará la calidad del sueño y podremos recuperar la sensación de bienestar general en el cuerpo.
Agregar al cuerpo lo que le está faltando es una verdadera opción para solucionar en forma lenta pero eficiente los trastornos que se padecen. La calidad alimentaria es un factor determinante en la salud, y a través del cambio alimentario podemos reencontrarnos con nosotros mismos en una versión más relajada y feliz, sin embargo el camino para llegar a ello puede ser difícil de encontrar.

Los pasos 1 y 2 de ésta columna pueden demostrarte que sí hay formas sencillas para mejorar nuestra calidad de vida y que, si tomamos la decisión de cambiar a una vida más saludable, cada paso nos llevará a descubrir sabores y sensaciones que serán verdaderamente placenteras. Comemos para alimentarnos y vivir; si la comida que ingestamos no nos está alimentando, nos provoca malestar estomacal o pesadez, es evidente que estamos participando de un rol autodestructivo y adictivo. Cambiemos la historia, heredemos a nuestros hijos un camino más saludable en su existir, una vida más plena y feliz.

Contacto: teocelosiembra@gmail.com

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