martes, 4 de junio de 2019

EDITORIAL


Como es costumbre cada año, el próximo viernes 7 de junio, se celebra en México el Día de la Libertad de Expresión, fecha en que los diferentes organismos de periodistas o comunicadores, aprovechan para honrar el trabajo periodístico.

En sus artículos 6º y 7º, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consagra como un derecho fundamental la libre expresión de las ideas, cuya garantía y respeto, da la pauta para ejercer otras libertades esenciales como la de prensa, reunión, asociación, petición y participación política. Lamentablemente, en nuestro país desde hace años es uno de los derechos más peligrosos de ejercer.

Fue en la época del presidente Benito Juárez cuando comenzó a legislarse para garantizar que cualquier mexicano pudiera expresar sus opiniones e ideas sin ser censurado, perseguido o encarcelado. Ya en el Porfiriato, ese derecho, junto con otras libertades, se acotó buscando sostener a la dictadura en el poder.

En 1951, el presidente Miguel Alemán estableció que cada 7 de junio en nuestro país se celebrara el Día de la Libertad de Expresión. Posteriormente, el presidente Luis Echeverría añade a la fecha la entrega del Premio Nacional de Periodismo a quienes, desde la visión del sistema, destacaban en los diversos géneros periodísticos. En 1982, el presidente José López Portillo acuñó aquella famosa frase de “te pago para que me pegues”. Con Vicente Fox, la práctica de que el presidente encabezara la ceremonia y entregara también los premios nacionales se acabó. 

En la actualidad el avance de la tecnología, así como lo peligroso que se ha convertido esta profesión, han acotado el ejercicio del periodismo. Redes sociales, blogueros y twiteros, invaden los espacios informativos. Sin embargo, hay reglas que no cambian. El buen periodismo debe llegar a la verdad. La omisión también es complicidad. La prensa está obligada a informar, investigar, analizar, trazar horizontes y a desarrollar sus tareas con objetividad, equidad, ética y racionalidad.

La ética profesional fija la labor de cualquier profesional, pero en el caso del periodismo, la ética es determinante por su capacidad de llegar a un público amplio e influir en su proceder. Sin perder de vista el daño que se puede causar con un trabajo descuidado y omiso.

Deben ser los mismos sectores de la sociedad los que deberán tomar consciencia de la función social de los medios y hacerla cumplir. Debe ser la sociedad la que debe reconocer a la prensa con su preferencia o indiferencia.

Como sea, la de comunicador es una importante labor de enlace entre los sectores de la sociedad. Felicidades a todos quienes ejercen esta importante actividad…



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