lunes, 17 de junio de 2019

CON-CIENCIA - Por: Sergio Jimarez


El movimiento feminista de Chien-Shiung Wu


En la naturaleza, la diferencia conductual macho-hembra es marcada de acuerdo las funciones que desempeñan. Muchas especies forman un equipo en pareja con la que conviven equitativamente toda su vida, en otros casos, como los leones, existe un macho líder que desempeña el papel de protector de la manada mientras que las leonas son las encargadas de la búsqueda de alimentos y educación de los cachorros. 

Durante siglos, la estructura social humana ha estado dirigida por hombres, mientras que a las mujeres se dedicaban a actividades propias de la casa y de los hijos; con el paso del tiempo, muchas personas (tanto hombres como mujeres) han luchado para lograr una mayor igualdad. Si bien, la biología nos ha dotado de diferencias sustanciales, en la participación social tenemos las mismas cualidades; trabajo, educación, artes y deportes por igual. 

Las corrientes feministas se han encargado de otorgar a las mujeres muchos logros, desde la participación en votaciones electorales, hasta la dirigencia de los países más poderosos. Estas luchas han sido dignas batallas en las que la única vencedora es la igualdad y por otro lado, se ha desvirtuado el movimiento al seguir causas absurdas, con manifestaciones escandalosas y haciendo a un lado los propios derechos humanos. 

La ciencia no ha exentado casos de desigualdad, la mayoría de los descubrimientos científicos han estado a cargo de hombres pero también, las contribuciones femeninas han sido memorables, estos hechos pueden ser replicables cada vez más por la apertura que existe actualmente aunque todavía hay mucho trabajo que hacer. 

La física estadounidense nacida en China, Chien-Shiung Wu, nació en 1912 en un pequeño pueblo a unos 40 km de Shanghai, China. Un año antes había estallado la revolución comunista imponiendo la República y derrocando el caduco sistema imperial, el mismo que prohibía a las niñas asistir a la escuela, se les vendaban los pies por criterios estéticos y se las educaba para vivir al servicio de los hombres. Pronto surgieron otros líderes deseosos de cambiar esta situación, uno de ellos fue el padre de Chien-Shiung Wu, un ingeniero de formación que creía firmemente en la igualdad entre hombres y mujeres.

Este ingeniero fundó una escuela para niñas donde también recibió educación su propia hija. La pequeña resultó una alumna brillante. Por eso, cuando aquella primera etapa escolar terminó, la familia decidió que la pequeña Wu debía seguir estudiando. Fue así como con 10 años se trasladó a la escuela para chicas de Suzhou, donde pronto descubrió las ciencias y en especial, la física.

Todo marchó muy bien hasta que tuvo que hacerse de un camino que le llevara a la Universidad Nacional Central de Nanjing. No era fácil. El acceso a la universidad estaba vetado a las mujeres, por lo que se involucró activamente en las luchas estudiantiles de 1930.
Después de ejercer mucha presión, al fin se abrieron las puertas de la universidad. Cuatro años después, se licenció en física y trabajó como docente en una pequeña universidad de provincia, se convirtió en investigadora en el Instituto de Física de la Academia Sinica, donde se hizo experta en cristalografía.

Buscó matricularse en Estados Unidos, la respuesta superó sus expectativas: no sólo fue admitida sino que desde la universidad americana de Michigan le ofrecieron apoyo para dedicarse a la investigación de la espectroscopia atómica.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la situación de la investigación y en particular lo relacionado con energía nuclear vivió mucha tensión, y después de la invasión en Pearl Harbor, Chien-Shiung Wu recibió hostilidad por el hecho de ser de origen oriental, pensaban que podría ser una espía; sin embargo, hubo investigadores que la apoyaron y ayudaron a que siguiera su investigación. Durante el siguiente tiempo llevó a cabo muchas investigaciones y ayudó a muchos colegas a resolver problemas propios. 

Aunque existieron muchas postulaciones a su nombre para recibir el premio Nobel, este nunca llegó; sin embargo ha sido reconocida de muchas otras formas, universidades e institutos importantes honraron sus colaboraciones y lucha. 

Chien-Shiung Wu murió en 1997 a la edad de 84 años y su legado queda a la posteridad como el mejor ejemplo de lucha por la igualdad. 

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