lunes, 10 de junio de 2019

En tránsito... Por: Jesús Ricaño Herrera

El estado de ánimo como catalizador de accidentes


Un conductor avanza velozmente hacia una avenida, insulta a todo aquel que se atraviesa por su trayecto, derrapa, volantea, no obedece las señales del semáforo, se mete en sentido opuesto, cruza una calle, asusta a un grupo de peatones, pasa un puente, frena y acelera de manera despiadada, abusa de su vehículo, apenas si pestañea. Su semblante desparpajado, refleja furia, su manejo es imprudente, por no decir temerario;  finalmente se estrella contra un vehículo estacionado. Desciende del automóvil y corre hasta un edificio, empuja a las personas mientras avanza…

En la escena que acaba usted de experimentar, gracias a la magia de la lectura conectada a su imaginación, el conductor que operaba al límite su vehículo y que finalmente chocó, era presa de la desesperación, le avisaron que su casa estaba incendiándose.

Me parece que a usted le parecerá obvio suponer que el estado de ánimo afecta poderosamente a una persona y su forma de conducir, sin embargo, no todos somos conscientes de esa “transformación”, y por tanto, somos pocos los que asumimos ese cambio y hacemos algo en consecuencia, tal como controlarnos.

Una vez un conductor del transporte público me pidió un consejo, me platicó que se alteraba fácilmente ante las impertinencias y groserías de otros, quería tener el poder de ignorar esas afrentas y seguir pacíficamente en su trabajo. Le aconsejé lo siguiente:

1.Darse cuenta en principio, que nos estamos transformando en un conductor peligroso con el enfado.

2.Ordenarnos a nosotros mismos ignorar la agresión conductual o verbal. Los insultos son como los obsequios, si usted quiere los acepta o los rechaza, opte por no aceptarlos.

3.Evitar el contacto visual con el agresor, pues hacerlo empeora las cosas.

4.Seguir avanzando y alejarse del agresor.

Los peatones no están exentos de esta condición humana; la prisa, la angustia, el enfado, las crisis existenciales, los problemas económicos y los desórdenes sociales hacen lo suyo para lograr los números más fríos en cuanto a accidentes. La gran mayoría de muertes se presenta en atropellamientos, los más susceptibles son los viandantes que van de 5 a 19 años y de 50 a 75 años.

Muchos transeúntes toman decisiones precipitadas, o peor aún, no toman ninguna decisión mientras siguen avanzando; otros deciden correr, iniciar la carrera es un error, recordemos.

Tome en cuenta estos consejos y hágase un favor al percatarse de que se está enojando, y que esa emoción es nociva para ir de un lugar a otro.

Le agradezco el favor de su tiempo al leernos, tenga buen día y buen trayecto. Comentarios a: jojerihmx@gmail.com

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