lunes, 10 de junio de 2019

REFLEXIONES Por: Héctor Hernández Parra

“LA TIERRA INTOXICADA”


Un pequeño ejemplar editado en 1975, por Plaza & Janes, lo descubrí desde mis tiempos de estudiante de secundaria en un librerito en casa. La portada me impactó: un árbol muerto sin hojas; al pié, el  cadáver de un pájaro con sus patas contraídas y ojos cerrados; por mucho tiempo este volumen anduvo dando saltos de un librero a otro para evitar ser leído, todos postergamos su lectura.

En la contraportada, un resumen comentado con una visión apocalíptica mencionando la polución en los alimentos, el envenenamiento gradual por ingesta de alimentos contaminados, las medidas que han sido insuficientes para detener esta problemática, etc. La predicción respecto a que en sesenta años (2035) quince mil millones de seres humanos carecerán del agua y se intoxicarán con productos alimenticios portadores de muerte.

El libro es un mensaje desesperado de su autor Maurice Pasquelot, una severa advertencia donde se comprueba que los humanos han olvidado  dominar la ciencia sin dañar la Biodiversidad.

Hasta qué punto es catastrófica la postura de la obra, que se menciona que en Europa, el 50% de los alimentos franceses estuvieron dentro de las normas de higiene, el resto de  ellos procedentes de Italia contenían una dosis inadmisible de sustancias químicas que generaban desajustes en la salud de los consumidores.

En aquella década la NASA iniciaba los análisis de fotografías de la República China, imágenes impresionantes que mostraban entre otros objetivos las posiciones militares y de seguridad como la ubicación de plataformas de lanzamiento de proyectiles. Desde el punto de vista científico el satélite mostraba manchas de color gris y con una coloración parda; la interpretación de los investigadores estaba orientada  a los altos niveles de contaminación que gradualmente estaba intoxicando la vegetación, el origen de los contaminantes que provenían de vapores y emanaciones de elementos y sustancias como flúor y sulfuros procedentes de fábricas e industrias, la lluvia ácida estaba presente en los campos.

Con esta visión editorial, los centros de investigación mostraron que los alimentos contenían partículas químicas en frutas y verduras, el ganado vacuno consumía hierba hidratada artificialmente y los huesos y la carne de los ejemplares  mostraban descalcificación en huesos y huellas de antibióticos y medicamentos que contaminaban los derivados cárnicos y lácteos.

El capitulo referente al agro concentra aspectos relacionados con fertilizantes de la tierra, utilización de herbicidas para combatir plagas y otras sustancias que estimulaba el crecimiento de plantas.

Sea la presente una muestra de cómo los antecedentes en la divulgación científica de hace  34 años estaba muy cerca de nosotros, esfuerzos en la divulgación científica como aquellos documentales del  extinto Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT (institución en pañales en el sexenio del echeverriato), las universidades, los institutos tecnológicos y el Politécnico, iniciaban su ardua labor de investigación.

En la actualidad, la ciencia y la investigación viven severos recortes presupuestales, como la Biodiversidad, la Ciencia y la Educación son temas en peligro de extinción.


Correo electrónico 
hectorhernandezparra77@gmail.com

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