lunes, 9 de septiembre de 2019

CON-CIENCIA Por Sergio Jimarez


El cerebro de Einstein

El 19 de abril de 1955 murió el célebre físico alemán Albert Einstein a la edad de 76 años, este fue un hecho que atrajo a todos los medios de comunicación de la época, conmocionó a la comunidad científica y cerró el ciclo más importante de la física moderna.

El trabajo de Einstein tiene una característica muy especial, al igual que Newton, ha sido calificado como “genialidades”, la capacidad de conocimiento, abstracción y entendimiento desentrañó varios misterios de la física contemporánea. Como un personaje popular, Albert Einstein disfrutó de prestigio, idolatría y durante mucho tiempo, la única referencia al ser más inteligente del mundo. Puede sonar muy presuntuoso puesto que él contribuyó a una ciencia de tantas que existen, a lo mejor existieron otras personas que podríamos calificar de la misma manera pero sin duda, la mayoría de las personas tienen en su mente, la imagen de esta persona junto a la definición de científico, físico, extravagante o loco.

La leyenda de Einstein trascendió a la física. Sus ideas sobre política, pacifismo y sociedad lo llevó a ser considerado un líder de opinión a tal grado de ofrecerle puestos gubernamentales importantes, en los cuales se reusó participar. Siendo consciente de esta fama, dentro de sus últimas voluntades pidió que al morir, su cuerpo fuera incinerado, él pensaba que de tener una tumba, su descanso se volvería un peregrinar sin sentido de miles de personas que buscarían acercarse a él.

La fatídica noche de abril del 55, Einstein estaba acompañado de una enfermera, la cual sólo lo escuchó decir unas palabras en alemán antes de abandonar este mundo y con esto empezar el último capítulo de la vida del físico, parte donde no pudo huir del fanatismo que tanta aversión le provocaba y es que el “descanso en paz” tardó un poco más tiempo porque su voluntad no fue cumplida del todo.

Thomas Stoltz Harvey, fue un médico patólogo que se encargó de realizar la autopsia del Albert Einstein, y fue él mismo quien retiró el cerebro del científico y lo mantuvo oculto durante décadas, Harvey tenía la firme idea de que la genialidad de una persona tenía que ver con la morfología o con características especiales cerebrales que de manera física podrían notarse o estudiarse. Mientras mantuvo el cerebro, se encargó de realizar varias pruebas pero lo curioso es que en ninguna de ellas encontró algo fuera de lo normal, el cerebro era bastante promedio.

Cabe mencionar que estos estudios fueron realizados sin el permiso de los familiares de Einstein, sin embargo, salió a la luz este hecho y los familiares optaron por permitir seguir con los estudios, siempre y cuando los resultados se publicaran en revistas científicas y no de manera sensacionalista.

Los estudios duraron hasta inicios de nuestro siglo, incluso en 1998 se obtuvo un resultado particular, Einstein tenían una mayor proporción de células gliales que el cerebro masculino promedio, sin embargo, no resultó concluyente para algo de importancia.

Thomas Stoltz Harvey en el 2005 y a la edad de 92 años dio entrevistas acerca de la historia de tener en su poder el cerebro y dos años más tarde murió.

A la fecha, el cerebro humano sigue siendo un gran misterio, la genialidad todavía no se puede distinguir detrás de un monitor o de cualquier instrumento de medición, el universo mismo en cada nacimiento otorga una parte de él, tal vez al unir todos los pensamientos en uno solo podríamos visualizar la comprensión del cosmos entero.

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