A prácticamente un año de que tenga lugar la jornada electoral del 2021 los ánimos empiezan a florecer, lo que no sorprende si se toma en cuenta que las disputas por las alcaldías suelen ser intensas. Muchos son los intereses y en la diversidad de causas no figura la casualidad. Los aspirantes y suspirantes surgen como generación espontánea, muchos son los que se autoproponen y si bien es cierto, que el interés es legítimo, también lo es que, en el caso, debiera prevalecer un principio de realidad. Conforme al marco legal en vigor, todo ciudadano en el pleno goce de sus derechos puede votar y ser votado, lo que no es óbice para esperar que cada quien, en un acto de honestidad, realice un examen de conciencia que le permita con toda objetividad medir sus propias condiciones a fin de determinar si realmente tiene posibilidades de competir. Subrayo, toda aspiración además de legitima es respetable, pero debiera también ser seria, porque cuando se barajan nombres, es inevitable la impresión de que en algunos casos subyace el afán insano del chantaje, de tirar alto para caer bajo y de buscar una divisa de cambio, aun así, lo ideal es que se privilegie el respeto y la propuesta sobre la diatriba y la descalificación. Los ciudadanos esperan que la carta de presentación de todos y cada uno sea el conocimiento sobre la responsabilidad que se pretende y las líneas de acción que seguiría en caso de asumirla, en acato a la voluntad de la mayoría ciudadana libremente manifestada.
- La pandemia que asola al mundo en el caso de nuestro país ha rebasado los escenarios más pesimistas. Los desatinos, la frivolidad, la ambigüedad y la opacidad en el manejo de tan crítica situación, han sido causas determinantes de la tragedia en que se vive; millones de familias en el desempleo con el consecuente incremento en la inseguridad. Miles de muertes, más las que seguramente se tendrán que sufrir. Es mucho el dolor y la desesperanza. Es entendible la urgencia de reactivar la economía, de evitar que más empresas sigan colapsando, pero de ninguna manera ello debe propiciar que se relajen las medidas de prevención y protección y si bien es cierto que, en mucho, la responsabilidad recae en el ámbito de la autoridad, también lo es que nosotros debemos cuidarnos, es lamentable que aun viendo la gravedad de la situación, haya muchas personas escépticas que bajo el argumento insostenible de que todo es política, se exponen y exponen a los demás, debemos cuidarnos por que al hacerlo cuidamos a los otros. Si no es estrictamente necesario salir, por favor quédese en casa.
-Me fascina la obra literaria de Mario Benedetti. Me parece que posee el don de poder penetrar y escrudiñar hasta lo más recóndito de la naturaleza humana para luego describirla y compartirla con un estilo de excepcional belleza. Su obra es un grito desde lo cotidiano para el amor y la comprensión. Recorrer los renglones de “Gracias por el sol” o “La tregua”, citados sólo como muestra, es emocionante. Leer o escuchar sus poemas hechos canción en voces sentidas como la de Tania Libertad o Juan Manuel Serrat es un deleite, “Papel mojado” es un claro ejemplo de tal espectacularidad. Por cierto, muy a la ocasión viene su célebre poema: “¿De qué se ríe señor Ministro?”. Vale la pregunta por el sarcasmo, y la risa burlona de cada mañana. ¿Será por la sumisión para con el vecino? O ¿La promesa incumplida, el engaño al pueblo? Es pregunta, que conste.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario