Sin precisar números, ya que estos van cambiando imparablemente y de un momento a otro, desafortunadamente a la alza; es preciso decir que los contagios y muertes por Covid-19 ya se convirtieron en una situación de emergencia y de alerta máxima en Coatepec y la región. Ya no se diga en la capital.
Sin afán de generar pánico, pero sí un llamado a la conciencia social, ya que el gobierno municipal ha hecho lo que marcan los protocolos de salud, pero la sociedad civil ha sido omisa e incrédula; es importante que las acciones preventivas se trasladen a lo individual para pasar a lo colectivo. Que los que pongan la muestra de aplicar las medidas sanitaras sean los ciudadanos; los que vigilen, los que conminen a la gente renuente, los que denuncien, los que tomen la bandera de ‘sociedad civil organizada’ para enfrentar esta pandemia.
La pandemia se percibe imparable, los casos nuevos de contagio y de fallecimientos mantienen una tendencia creciente que es muy grave porque ocurre justo cuando el gobierno, y la gente, olvidaron toda noción de confinamiento, salieron a la calle, generando alto riesgo de aceleración de los contagios.
Ante esta realidad, el gobierno federal ha optado por minimizar el grave problema apostando al hartazgo de la población y de los propios medios de comunicación, en una dinámica que reduce el drama del COVID-19 a un cintillo con indicadores de contagios, muertos, sospechosos, activos, etcétera, en algo impersonal, similar a los indicadores sobre el tipo de cambio, la bolsa o el precio del petróleo. Da la impresión de que el gobierno de AMLO ya fue rebasado en todas sus capacidades por la pandemia y no le queda otra más que esperar que la providencia ayude a que ésta se mantenga dentro de los márgenes actuales, que ya son trágicos, pero que no se desborde hasta alcanzar imágenes dantescas.
Los contagios de Covid-19 aumentaron a más del doble durante el primer mes de la “Nueva Normalidad” en la que el gobierno federal dio luz verde para que empresas reanudaran labores. Decidió concluir la “Jornada Nacional de Sana Distancia” el 31 de mayo y delegar a los gobiernos estatales la conducción de las medidas sanitarias. Eso confundió y fue interpretado como “ya no hay riesgo”.
Veracruz pasó del rojo al naranja y viceversa en menos de una semana. La Secretaría de salud estatal, trata de minimizar que se ha alcanzado el pico más alto de contagios por la pandemia. Aunque ya han fallecido médicos y enfermeras, la SESVER sigue sin resolver la falta de equipo adecuado y el personal ha sido obligado a trabajar sin las medidas de protección sanitaria suficientes.
Pasemos entonces la responsabilidad a la sociedad civil. Iniciemos un movimiento donde, desde lo personal, surjan acciones y medidas que realmente aplanen la dichosa curva. Es imperativo, no hay más tiempo si queremos que los contagios y las muertes se detengan. Que se inviertan las responsabilidades. Manos a la obra.
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