Aunque
no se esté de acuerdo con quienes fingen hacer un bien a la población, para
vender la imagen de que son ellos los mejores para ser el candidato de tal o
cual partido, hay que aceptar que, en estos momentos tan delicados en términos
de salud pública, muchas personas suspiran a ser candidatos en la siguiente elección,
pero no están aprovechando las circunstancias ni la población recibe un
beneficio.
No
hace mucho tiempo, el regalo de baratijas en campañas políticas era enormemente
grotesco y ofensivo: desde una pelota, pasando por corta uñas, pulseras,
tortilleros, espejitos, camisas, hasta dinero en efectivo, con tal posicionar a
una persona o partido definido.
Si
bien es cierto que esta estrategia funcionaba, también dejaba ver quiénes ya
tenían deudas de dinero y de favores que pretendían pagar al llegar al puesto
deseado, probablemente utilizando los recursos públicos para tal efecto.
Hoy,
a dos meses de que comience el proceso electoras y a un año para las elecciones
locales, ni partidos políticos ni suspirantes y probablemente ni las
autoridades en turno, de cualquier nivel, han realizado alguna campaña para
mitigar esta pandemia en la que ellos logren obtener el favor de la gente con trabajo
real y que, por otro lado, la población tenga un beneficio real y no sólo de
asistencialismo.
Parece
que quienes suspiran, en todo el estado, temen más por el costo político que la
muerte propia y de otros por Covid-19.
En
Teocelo van en aumento lo casos y en el actuar diario de la población pareciera
que no pasa nada. Ninguna autoridad se ha atrevido a ejercer su poder para
definir claramente lo que se debe y no se debe hacer.
En
Nuevo León, el martes pasado, se aprobó una ley en la que se señala que habrá
cárcel y multa de hasta 34 mil pesos a quien sea encontrado culpable de
contagiar a otras personas por no respetar la cuarentena en tiempos de
emergencia sanitaria. Aunque esta medida suena radical, lo cierto es que allá
las autoridades están velando por la seguridad de toda la población, obligando
a quienes no cuidan a los demás a hacerlo.
En
Teocelo, se pueden observar niños en espacios públicos y negocios, que para
nada se acercan a ser esenciales, funcionando sin ninguna medida de prevención,
algunos de ellos con agraviantes como obstruir la vía púbica, sonido estridente
que afecta a vecinos, consumo de alcohol desmedido, contaminación, etcétera;
muchos de ellos justificándose en sus derechos constitucionales a trabajar y
transitar libremente por el país sin ser molestados en su persona.
Hay
que recordar que la libertad de uno termina donde empieza el derecho de otro, y
en ese sentido el derecho a la vida es superior a los otros. Quienes sí se
cuidan, con justa razón se molestan con quienes no lo hacen y con las
autoridades que llevan meses sin hacer algo al respecto.
En
ese sentido, si los partidos políticos y suspirantes empiezan a regalar
cubrebocas no desechables, estarán ganando puntos y la población estará recibiendo
un beneficio tangible. No faltará quien, carente de buena educación y gusto, le
ponga su nombre para anunciar que ha hecho algo por el pueblo; pero en tiempos
de emergencia hasta eso se podría aceptar.
La
vida, el comercio y las relaciones interpersonales deben y tienen que seguir,
pero Teocelo debe adaptarse a los retos que surgen en el mundo. El uso de
cubrebocas es primordial porque con ello se evita contagiar a quienes están
alrededor.
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