Teseo, rey de Atenas y héroe legendario en la mitología griega, fue el instrumento en la lucha entre el Bien y el Mal, para generar la leyenda de la cual se origina el llamado Síndrome de Procusto y además para lograr dejar la moraleja o enseñanza, que, al final los buenos triunfan sobre los contrarios.
Antes que sus decisiones lo llevaran a acabar con el famoso Minotauro de Creta, en su viaje a conocer a su padre, quien vivía en Atenas, se topó con Procustes o Procusto, un gigante, dueño de un hostal que engañaba a los viajantes brindándoles una suite en la cual había un lecho exclusivo. Los amarraba al lecho y amordazaba y daba inicio a una terrible tortura. A los de estatura alta, los colocaba en un lecho pequeño y les cercenaba los miembros inferiores y la cabeza que sobrepasaban el lecho. A los de estatura baja les designaba un lecho grande y les estiraba los cuatro miembros con lazos, para finalmente asesinarlos.
Teseo le hizo lo mismo: lo cautivó con embustes, lo anudó y amordazó sobre el lecho pequeño, dada su altura, lo torturó y le cortó la cabeza, terminando con ese mal que azotaba la región.
De este mito se deriva la expresión aforística “El Lecho de Procusto”, que explica a quienes pretenden acomodar siempre la realidad a sus intereses o su visión de las cosas. Cuando se les hacen objeciones a sus rígidos planteamientos, se molestan y siguen adelante sin inmutarse, convencidos de siempre tener razón. Incluso cuando sus ideas puedan ser alguna vez acertadas, varían enseguida su posición para así censurar todo lo que hacen los demás. No toleran que alguien sobresalga sobre su propia mediocridad. Todo lo juzgan. Lo quieren cortar todo a su medida, aunque ello implique pérdidas importantes.
Es decir, se margina al que sobresale por cualquier capacidad o ingenio. Lo anterior trae como consecuencia que las personas con más o mejores habilidades no sean empleados y sean marginados, burlados y hasta acosados.
A este conjunto de conductas humanas se le denomina Síndrome de Procusto y se señala por los expertos psicólogos y filósofos, dado el gran daño que se le causa, no solo a la persona sobresaliente, sino más bien a las sociedades humanas, impidiéndoles crecer y progresar.
Lógicamente este síndrome lo padecen aquellas personas o sociedades por miedo a ser superadas o ser cuestionadas por los sobresalientes, entes con muy baja autoestima, pero también aquellos con autoestima exagerada tendiente al narcisismo, ya sea en las empresas, las instituciones y en la escuela.
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