lunes, 29 de mayo de 2017


JAROCHADAS

AL DIABLO LA DEMOCRACIA

            Ese miércoles 31 de mayo de 1911 en la cubierta del Ipiranga y rumbo al ostracismo, Porfirio Díaz se despidió del ingrato pueblo mexicano que le dio la espalda; apenas el jueves 25 pasado, su renuncia como Presidente Constitucional de la República fue muy aplaudida y llorando declaró que no conocía hecho alguno imputable a su persona que hubiera provocado el fenómeno social. “Madero ha soltado al tigre, a ver si puede domarlo”, fue su ingenua confesión, ya que con fusil y metralla, el señor había hostilizado a la fiera logrando que su dictadura estuviera vigente por más de treinta años, hasta que ésta se le insubordinó. Era momento de hacer el cambio y la democracia brotó.

            El 1 de octubre del mismo año el pueblo eligió a su nuevo presidente y lo ratificó a los quince días, siendo ésta la única manifestación en la historia que los gobernantes fueron sufragados libremente por los mexicanos. Ese lunes 6 de noviembre, Madero entró triunfante a Palacio Nacional y a los 14 meses de su mandato, en febrero de 1913, es asesinado por el traidor Huerta, que en seguida que cumplió con las formalidades ocupó interinamente la presidencia. Según “el plan de la embajada” Huerta tenía que convocar a elecciones pero decidió ejecutar al senador Belisario Domínguez y a bayoneta calada disolvió el congreso para quedar únicamente él en el poder. AL DIABLO LA DEMOCRACIA. 
            Para castigar la muerte de Madero surge Venustiano Carranza, que ni tardo ni perezoso proclama su “Plan de Guadalupe” desconociendo totalmente a Huerta; efectivamente el tigre se había soltado y ahora desesperado por el hambre, no reconocía dueño. De 1914 a 1919 murieron más de un millón de mexicanos, una gran mayoría en los frentes de batalla y otra por la hambruna, el tifo y la influenza española. En ese mismo tiempo sin que el pueblo los eligiera, Francisco Carvajal, Eulalio Gutiérrez, Roque González Garza y Francisco Lagos Cházaro, fungieron como presidentes. Finalmente Carranza para poner orden somete aún más al pueblo al auto nombrarse “primer jefe del ejército constitucionalista encargado del poder ejecutivo”. Bien muerta la democracia.
            Al entrar en vigor la Constitución proclamada en febrero de 1917, se tenía que convocar a elecciones, acto que ocurrió el 11 de marzo, donde Carranza, fomentando el terror, logró un ventajoso triunfo sobre los generales Pablo González y Álvaro Obregón, éste en su primer intento por conseguir la tan codiciada silla. Carranza y su ejército, continúan con la serie de asesinatos y latrocinios, y el tiempo se le acabó al pagar con su vida el pecado de querer imponer a su sucesor el ingeniero Bonillas, “flor de té”. Ahí es cuando llegan los señores de la guerra, los de Sonora, para delegar en Adolfo de la Huerta la culminación de ese mandato. El tiempo sigue veloz.
            De la Huerta convoca a elecciones, y Obregón ya posicionado da muestra de su poder y con un sinnúmero de artimañas, somete con más de un millón de votos a su contrincante Alfredo Robles Domínguez que únicamente participaba para dar un tinte de lucha partidista. El tiempo es el enemigo de Obregón y en menos que canta un gallo tiene que nombrar sucesor, originando otra encarnizada lucha comandada por Adolfo de la Huerta y sus generalotes, violando una vez más la voluntad popular. Sofocada  la rebelión, el pueblo acude nuevamente a las urnas para el periodo de 1924 a 1928 y por enésima vez, a base de miedo, los del poder inclinan la balanza a favor de Plutarco Elías Calles sobre su sparring Don Ángel Flores.
Para 1926, ya con 16 años de lucha, el mexicano está cansado de los balazos y le urge un gobierno no corrupto, quiere revivir la democracia y la única arma con la que se puede defender es con su sufragio. En ese año, desde Brownsville, Texas, El poeta potosino Guillermo Aguirre y Fierro publicó en su obra SONRISAS Y LÁGRIMAS la sarcástica fábula llamada:

LAS ELECCIONES
El león falleció ¡triste desgracia!
Y van, con la más pura democracia,
a nombrar nuevo rey los animales.

Las propagandas hubo electorales,
Prometieron la mar los oradores,
y aquí tenéis algunos electores:

Aunque parézcales a ustedes bobo,
las ovejas votaron por el lobo;
como son unos buenos corazones,
por el gato votaron los ratones;
a pesar de su fama de ladinas,
por la zorra votaron las gallinas.

La paloma inocente,
inocente votó por la serpiente;
las moscas, nada hurañas,
querían que reinaran las arañas;
el sapo ansía, y la rana sueña
con el feliz reinar de la cigüeña.

Con un gusano topo
que a votar se encamina por el topo;
el topo no se queja,
mas da su voto por la comadreja;
los peces, que sucumben por su boca,
eligieron gustosos a la foca;
el caballo y el perro, no os asombre,
votaron por el hombre.

Y con dolor profundo
por no poder encaminarse al trote,
Arrastrábase un asno moribundo
a dar su voto por el zopilote.

Caro lector que inconsecuencias notas,
dime: ¿No haces lo mismo cuando votas?


            Amigos, han pasado nueve décadas de esta publicación y qué dificultoso ha sido aprender la lección. Nuevamente la mafia del poder se impone y a manera de fábula la próxima semana cumpliremos con nuestro pulverizado voto. Coatepec, hoy en día, con las calles deterioradas, ambulantes-establecidos, paredes grafiteadas, taxistas encabronados, transportistas indiferentes, sofocante calor, y de colmo 10 postulados con sus respectivas agencias de colocaciones casi está moribundo. Por favor no empeñes tu voto, los compromisos electorales tienen caducidad, no repitas lo del asno, no vayas a votar por algún zopilote practicante de la doble moral.

            ¡Ánimo ingao…!

            Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.
           


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