Cerca del Cielo.
Por:
José Ramón Flores Viveros.
Hugo
Sánchez Márquez
“El afecto que recibimos de
la familia es fundamental para el éxito. Pero recordemos que ellos también
necesitan de nuestro afecto, pues a ellos, en su momento, también les servirá
para salir adelante”: Pele.
A
finales de los años 70s, Hugo Sánchez y la selección mexicana, mayores de 20
años, se enfrentaron a las Comunicaciones de Guatemala en Tapachula; estadio
donde tuve la oportunidad de jugar en varias ocasiones con la selección de la
Universidad Autónoma de Chiapas y, por cierto, donde jugué por primera vez de noche.
La categoría se llamaba primera división e incluso algunos partidos eran
transmitidos por radio. En uno de aquellos partidos mientras calentábamos, tuve
la pésima suerte de que me entrevistaran, y digo pésimo porque me cargaba
encima una timidez enfermiza, y casi estuve al punto del colapso cuando me
pusieron el micrófono y hasta la fecha no recuerdo la sarta de incoherencias
que dije.
Algo
que recuerdo muy bien como algo muy
bonito, aunque cuando me sucedió pujaba de verdad. Los porteros, la mayoría, no
se si era una característica de los guardametas chiapanecos, pero cuando
despejaban con el pie, llegaban casi tres cuartos de cancha, y por mi posición
de defensa central adelantado, marcando al centro delantero, tenía que ir con
todo por arriba para rechazar con la cabeza, por encima del delantero. No
fueron pocas veces que al calcular mal, brincaba antes entonces cuando caía, la
pelota me golpeaba, peinándola hacia mi propia portería, metiendo en cada
problema a mi equipo.
Al
día siguiente del partido del tricolor, y que por exceso de dinero no pude ir a
ver. Tenía todo preparado para viajar a Coatepec, eran como las 11 de la mañana
aproximadamente, caminando rumbo a la terminal de autobuses, pasé al parque
central con la intención de comprar algún recuerdo -de quienes vendían
artesanías en la calle- para mi casa. La calle estaba atestada de gente, como
podía trataba de ver algo que me gustara, por encima de las espaldas de quienes
también hacían lo mismo. Estaba tan concentrado, que no me había dado cuenta
que quienes estaban comprando iban enfundados en chamarras y pants verdes,
comencé a leer y decía Selección Mexicana. Eran miembros de nuestro
representativo nacional, y al observar más detenidamente, entre tanto chamacos
altos, fornidos, distinguí a Hugo Sánchez, inconfundible con su amplia melena
rizada.
Me
quede congelado, hasta me olvide de mi intención de comprar para observarlo
detenidamente, muy pocas personas nos habíamos dado cuenta de la presencia de
quien sería en poco tiempo, el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos.
Como
todo muchacho joven, bromeaba mucho con sus compañeros, y se comportó de manera
sencilla y amable con quienes al identificarlo también comenzaron a solicitarle
fotografías y autógrafos. Tengo la anécdota de que había puesto mi maleta en el
suelo y uno de los jugadores, se tropezó con ella y casi cayó al suelo, pero un ágil salto, lo rescato
del ridículo. Hugo Sánchez recuerdo que dijo al ver el incidente, “¿De quién es
esta madre? Refiriéndose a mi equipaje”. Aun cuando todo era risa y bromas
entre los jugadores y el cuerpo técnico, yo siempre cuadrado y tomando todo en
serio, rojo como tomate, tome mi equipaje, y apresuradamente me perdí entre la gente, sin
aprovechar para una foto y los autógrafos. Pareciera que hasta tuviera en
riesgo de que el mismo Vaticano me pudiera expulsar de la iglesia católica por
mi torpeza.
Qué
hermoso es recordar, regresan a la mente momentos únicos. Es una verdad
absoluta que “recordar es vivir”. Existen cosas de mi pasado que hasta me enojan,
me irritan de verdad .Me privé de muchas cosas por mis prejuicios absurdos y terribles,
Pero la conclusión el día de hoy es que mi vida es exactamente como debió de
haber sido. Un solo milímetro de alteración en el pasado hubiera impactado de
manera definitiva en el resultado que hoy vivo. Estoy contento con este
resultado, aunque de repente pareciera atormentarme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario