DESDE
EL AULA
Llegada
la fecha y hora para la audiencia de extradición del ex gobernador Javier
Duarte de Ochoa, en medio de una singular expectación, sale a la palestra luciendo
su nuevo look mostrando amplia sonrisa en su regordete rostro y sin rubor
alguno, saludando con desparpajo como si toda esa parafernalia se
correspondiera a una ceremonia de reconocimiento y premiación. Tal es el nivel
de cinismo y frivolidad.
Una
sonrisa así, no se corresponde a la que se deriva del deber cumplido, ni la
provoca el sano juicio, no transmite la alegría de una acción virtuosa, ni
contagia, no es como la de la Gioconda, enigmática y llena de misterio, no divierte, más bien
resulta grotesca, patética e inconsciente, en fin, como lo dice la canción, la
suya es una risa loca.
Al
verla, que no oírla, irremediablemente asalta a mi memoria el genial Mario
Benedetti que en un hermoso poema, bosqueja la tragedia que vive el pueblo
uruguayo a la vez que pregunta: (Seré curioso). En una exacta/ foto de diario/
señor ministro/ del imposible/ vi en pleno gozo/ y en plena euforia/ y en plena
risa/ su rostro simple/ seré curioso/ señor ministro/ de qué se ríe/ de qué se
ríe/.
Sería
interesante en el momento poder preguntar a nuestro personaje de qué se ría,
pero más interesante resulta imaginar las posibles respuestas. ¿Cuáles cree
usted que pudieran ser esas respuestas? He aquí algunos ejemplos:
“Me
rio de que gané la elección a gobernador a mi más acérrimo enemigo. Me divierte
el haber sido la última broma que mi antecesor, artífice y maestro, le jugó a
los veracruzanos. Me causa risa el haber sido el gobernador de Veracruz más joven
y más votado y el haber empoderado a una pléyade de jóvenes y no tan jóvenes ambiciosos
y corruptos que se enriquecieron escandalosamente con cargo al erario público y
a la postre resultaron ser también, a más de pillos, grandes traidores. Me rio
por haber obtenido el reconocimiento de ser el gobernador más corrupto, o por
permitir que la delincuencia organizada sentara sus reales en nuestro estado,
por haber enlutado a miles de familias y por haber hecho del territorio
veracruzano un enorme cementerio clandestino, me rio por la faramalla de mi
proceso, pues he negociado impunidad; arranca en mi la carcajada, que siempre
tengo a flor de labios, la endeble integración de las carpetas de acusación por
quien tiene la alta responsabilidad de representar a la sociedad veracruzana
impunemente agraviada. En fin, me rio porque tuve la osadía y el talento para
quebrar la tranquilidad y hasta robar la esperanza de un futuro promisorio para
Veracruz lindo y querido”.
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