lunes, 3 de julio de 2017

DESDE EL AULA

Llegada la fecha y hora para la audiencia de extradición del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, en medio de una singular expectación, sale a la palestra luciendo su nuevo look mostrando amplia sonrisa en su regordete rostro y sin rubor alguno, saludando con desparpajo como si toda esa parafernalia se correspondiera a una ceremonia de reconocimiento y premiación. Tal es el nivel de cinismo y frivolidad.


Una sonrisa así, no se corresponde a la que se deriva del deber cumplido, ni la provoca el sano juicio, no transmite la alegría de una acción virtuosa, ni contagia, no es como la de la Gioconda, enigmática  y llena de misterio, no divierte, más bien resulta grotesca, patética e inconsciente, en fin, como lo dice la canción, la suya es una risa loca.

Al verla, que no oírla, irremediablemente asalta a mi memoria el genial Mario Benedetti que en un hermoso poema, bosqueja la tragedia que vive el pueblo uruguayo a la vez que pregunta: (Seré curioso). En una exacta/ foto de diario/ señor ministro/ del imposible/ vi en pleno gozo/ y en plena euforia/ y en plena risa/ su rostro simple/ seré curioso/ señor ministro/ de qué se ríe/ de qué se ríe/.

Sería interesante en el momento poder preguntar a nuestro personaje de qué se ría, pero más interesante resulta imaginar las posibles respuestas. ¿Cuáles cree usted que pudieran ser esas respuestas? He aquí algunos ejemplos:


“Me rio de que gané la elección a gobernador a mi más acérrimo enemigo. Me divierte el haber sido la última broma que mi antecesor, artífice y maestro, le jugó a los veracruzanos. Me causa risa el haber sido el gobernador de Veracruz más joven y más votado y el haber empoderado a una pléyade de jóvenes y no tan jóvenes ambiciosos y corruptos que se enriquecieron escandalosamente con cargo al erario público y a la postre resultaron ser también, a más de pillos, grandes traidores. Me rio por haber obtenido el reconocimiento de ser el gobernador más corrupto, o por permitir que la delincuencia organizada sentara sus reales en nuestro estado, por haber enlutado a miles de familias y por haber hecho del territorio veracruzano un enorme cementerio clandestino, me rio por la faramalla de mi proceso, pues he negociado impunidad; arranca en mi la carcajada, que siempre tengo a flor de labios, la endeble integración de las carpetas de acusación por quien tiene la alta responsabilidad de representar a la sociedad veracruzana impunemente agraviada. En fin, me rio porque tuve la osadía y el talento para quebrar la tranquilidad y hasta robar la esperanza de un futuro promisorio para Veracruz lindo y querido”.

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