EDITORIAL
Procedió
el desafuero de Eva Cadena. Consumatum est. Inusitada “eficiencia” de la
Fiscalía General del Estado. “Sorprendente” capacidad para construir consensos
de los bien calificados diputados locales. La gran culpa: haber sido
sorprendida y video grabada recibiendo la “fabulosa” cantidad de quinientos mil
pesos, presuntamente para entregar a Andrés Manuel López Obrador de parte de
supuestos empresarios que buscan congraciarse con el mesiánico político tabasqueño.
Sin
pretender minimizar, menos justificar una acción contraria a la ética y al
marco legal vigente en materia electoral, el tratamiento sui géneris del caso, da cuenta de una magnificación artificial
igualmente inmoral y que deja en el ambiente un tufillo a
abuso de poder, venganza y ambición por obtener dividendos políticos de cara a eventos
electorales en puerta; pero lo que resulta más grave, se confirman temores que
subyacen en el consiente colectivo, así, queda claro que no se cuenta en el
estado, con un fiscal general que procure justicia para todos, sino que actúa
al contentillo y por consigna, convirtiéndose en el brazo ejecutor de los
afanes de venganza y represivos, impuestos por un estilo particular de
gobernar. Si es cierto como lo es, que lo que lastima y causa repudio a los
ciudadanos no lo es tanto el rigor de la ley, sino su aplicación discrecional y
selectiva, entonces, la ciudadanía tiene motivos para sentirse agraviada ante
los claros ejemplos de que ante iguales supuestos, se otorgan tratos
diferenciados.
De
manera sumaria se decreta el desafuero de Eva Cadena, pero nada se dice de
otros flamantes diputados que ocuparon cargos importantes en la administración
del gobierno del estado que a pulso se ganó el título de ser la más corrupta
que se registra en la historia de Veracruz y del país y sobre los cuales pesan
serios señalamientos; como nada se dice tampoco de los dispendios de recursos
públicos en francachelas por parte de quienes tienen a su cargo la
administración de los dineros del Honorable Congreso del Estado, dicho por sus
propios pares. En ambos casos, no pasa nada.
Así
se falla a los veracruzanos y se truncan los anhelos de un cambio para bien. La
inseguridad campea incontenible por todo el territorio de nuestra entidad,
causando duelo, temor y zozobra; las finanzas públicas estranguladas. Miles de
familias en la angustia que sigue a la pérdida de su modesto empleo, decretado
no para eficientar, sino más bien para generar bacantes dónde colocar afines y
ejecutado con atropellos. Dependencias paralizadas, víctimas olvidadas, cuando
no despreciadas. Con todo, Veracruz está
de pie, esperando cambio de rumbo… o de timón.
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