lunes, 3 de julio de 2017

EDITORIAL

Procedió el desafuero de Eva Cadena. Consumatum est. Inusitada “eficiencia” de la Fiscalía General del Estado. “Sorprendente” capacidad para construir consensos de los bien calificados diputados locales. La gran culpa: haber sido sorprendida y video grabada recibiendo la “fabulosa” cantidad de quinientos mil pesos, presuntamente para entregar a Andrés Manuel López Obrador de parte de supuestos empresarios que buscan congraciarse con el mesiánico político tabasqueño.


Sin pretender minimizar, menos justificar una acción contraria a la ética y al marco legal vigente en materia electoral, el tratamiento sui géneris del caso, da cuenta de una magnificación artificial igualmente inmoral y que deja en el ambiente un tufillo   a abuso de poder, venganza y ambición por obtener dividendos políticos de cara a eventos electorales en puerta; pero lo que resulta más grave, se confirman temores que subyacen en el consiente colectivo, así, queda claro que no se cuenta en el estado, con un fiscal general que procure justicia para todos, sino que actúa al contentillo y por consigna, convirtiéndose en el brazo ejecutor de los afanes de venganza y represivos, impuestos por un estilo particular de gobernar. Si es cierto como lo es, que lo que lastima y causa repudio a los ciudadanos no lo es tanto el rigor de la ley, sino su aplicación discrecional y selectiva, entonces, la ciudadanía tiene motivos para sentirse agraviada ante los claros ejemplos de que ante iguales supuestos, se otorgan tratos diferenciados.

De manera sumaria se decreta el desafuero de Eva Cadena, pero nada se dice de otros flamantes diputados que ocuparon cargos importantes en la administración del gobierno del estado que a pulso se ganó el título de ser la más corrupta que se registra en la historia de Veracruz y del país y sobre los cuales pesan serios señalamientos; como nada se dice tampoco de los dispendios de recursos públicos en francachelas por parte de quienes tienen a su cargo la administración de los dineros del Honorable Congreso del Estado, dicho por sus propios pares. En ambos casos, no pasa nada.


Así se falla a los veracruzanos y se truncan los anhelos de un cambio para bien. La inseguridad campea incontenible por todo el territorio de nuestra entidad, causando duelo, temor y zozobra; las finanzas públicas estranguladas. Miles de familias en la angustia que sigue a la pérdida de su modesto empleo, decretado no para eficientar, sino más bien para generar bacantes dónde colocar afines y ejecutado con atropellos. Dependencias paralizadas, víctimas olvidadas, cuando no  despreciadas. Con todo, Veracruz está de pie, esperando cambio de rumbo… o de timón.

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