Cerca
del Cielo.
Por: José Ramón Flores
Viveros.
Charla a adolescentes.
“Recuerdo a Richard Gere, en
una escena de “The dinner”. ¡Se le fue la línea! Eso me hizo ver que los
grandes también cometen errores, se ponen nerviosos, se preocupan ¡Eso es bonito!
Pero son grandes porque no tiran la toalla y siguen…” Olga Segura actriz mexicana que triunfa
en Hollywood.
Apenas hace unas semanas fui
invitado a dar una charla a un grupo de adolescentes de una escuela secundaria privada.
Es increíble cómo los nervios siempre van a existir y lo ponen a uno al borde
de la butaca. Creo prefiero estar al borde de una grieta que en la antesala
para comentar mis modestas experiencias.
Fue una experiencia
finalmente muy bonita, cuando esperaba con el director de esta escuela la hora
para entrar al salón donde se desarrollaría la plática. Tuvo la gentileza de
mostrarme las instalaciones de esta institución educativa. Mientras esto sucedía
el miedo escénico con dificultad lo trataba de disimular. Aunque siempre -no lo
puedo negar- he deseado participar ante los micrófonos o ante las cámaras, o
ante un público, definitivamente cuando llega el momento de hacerlo, la
adrenalina se desata y hay que agarrarla y controlarla como si fuera una cobra
dispuesta a atacar.
Cuando niño en la escuela
primaria Benito Juárez curiosamente muchas veces la hice de maestro de ceremonias,
en el acto del lunes y recuerdo que lo hacía hasta de manera fácil -aunque parezca
una manifestación egocéntrica-. Sin embargo algo sucedió conmigo que me convertí
en la persona más tímida del planeta.
Volviendo con la charla,
antes de iniciar le comenté al Director si no había problema si les platicaba a
los muchachos de mi episodio de alcoholismo, y le agradezco que de inmediato
aceptó.
Puede parecer crudo hablar
de un problema de adicción cuando se supone que les iba a hablar de montañismo.
Estando ya al frente de ellos y terminado el protocolo de la presentación, la
verdad no sabía ni por donde comenzar. Pero como todo en la vida, el caso es
dar el primer paso, comencé relatándoles como a los 16 años buscando escalar la
montaña asesina casi me cuesta la vida. No es fácil captar la atención de
chicos de primero de secundaria, ya que fácilmente se distraen. El detalle es
excitar a la imaginación, una situación que no es nada sencillo. Recuerdo de niño
cuando escuchaba por la radio la serie de Kaliman, el hombre increíble. La voz
que narraba la serie nos ponía prácticamente en los zapatos de este superhéroe.
La montaña asesina pero por
nada y casi me mata. Aun así me hizo pedazos, pagué muy caro querer subir sin
experiencia alguna, sin el equipo necesario, sin la preparación física y
mental, la montaña más peligrosa del planeta, sin conocer sus rutas y vías
alternas de escape. Les detallé cómo de manera prepotente y egocéntrica, sintiéndome
Juan Camaney, me interné en su traicionero glaciar.
Jamás se debe pretender
comenzar una tarea de arriba para abajo. Es imposible querer aprender
matemáticas II, sin haber cursado primero matemáticas I. Quise comenzar
conquistando la montaña asesina y de verdad que casi me costó la vida. Todavía
sufro las secuelas físicas y emocionales de semejante error. Cuando la charla
concluyó -también les hable de las montañas reales que logre subir- existía una
atmosfera de algo que consideré un verdadero interés de los muchachos por
preguntar, pero, sobre todo, ojalá y haya conseguido sembrar en sus mentes y
corazones una semilla de algo que los haga crecer como seres humanos. Un grano
de arena que les sirva para un sano desarrollo de sus personas. La montaña
asesina sigue cobrando muchas vidas a diario. Ojala y mi testimonio sirva de
alerta.
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