lunes, 3 de julio de 2017

Cerca del Cielo.
Por: José Ramón Flores Viveros.
Charla a adolescentes.
“Recuerdo a Richard Gere, en una escena de “The dinner”. ¡Se le fue la línea! Eso me hizo ver que los grandes también cometen errores, se ponen nerviosos, se preocupan ¡Eso es bonito! Pero son grandes porque no tiran la toalla y siguen…”                                                             Olga Segura actriz mexicana que triunfa en Hollywood.

Apenas hace unas semanas fui invitado a dar una charla a un grupo de adolescentes de una escuela secundaria privada. Es increíble cómo los nervios siempre van a existir y lo ponen a uno al borde de la butaca. Creo prefiero estar al borde de una grieta que en la antesala para comentar mis modestas experiencias.
Fue una experiencia finalmente muy bonita, cuando esperaba con el director de esta escuela la hora para entrar al salón donde se desarrollaría la plática. Tuvo la gentileza de mostrarme las instalaciones de esta institución educativa. Mientras esto sucedía el miedo escénico con dificultad lo trataba de disimular. Aunque siempre -no lo puedo negar- he deseado participar ante los micrófonos o ante las cámaras, o ante un público, definitivamente cuando llega el momento de hacerlo, la adrenalina se desata y hay que agarrarla y controlarla como si fuera una cobra dispuesta a atacar.
Cuando niño en la escuela primaria Benito Juárez curiosamente muchas veces la hice de maestro de ceremonias, en el acto del lunes y recuerdo que lo hacía hasta de manera fácil -aunque parezca una manifestación egocéntrica-. Sin embargo algo sucedió conmigo que me convertí en la persona más tímida del planeta.
Volviendo con la charla, antes de iniciar le comenté al Director si no había problema si les platicaba a los muchachos de mi episodio de alcoholismo, y le agradezco que de inmediato aceptó.
Puede parecer crudo hablar de un problema de adicción cuando se supone que les iba a hablar de montañismo. Estando ya al frente de ellos y terminado el protocolo de la presentación, la verdad no sabía ni por donde comenzar. Pero como todo en la vida, el caso es dar el primer paso, comencé relatándoles como a los 16 años buscando escalar la montaña asesina casi me cuesta la vida. No es fácil captar la atención de chicos de primero de secundaria, ya que fácilmente se distraen. El detalle es excitar a la imaginación, una situación que no es nada sencillo. Recuerdo de niño cuando escuchaba por la radio la serie de Kaliman, el hombre increíble. La voz que narraba la serie nos ponía prácticamente en los zapatos de este superhéroe.
La montaña asesina pero por nada y casi me mata. Aun así me hizo pedazos, pagué muy caro querer subir sin experiencia alguna, sin el equipo necesario, sin la preparación física y mental, la montaña más peligrosa del planeta, sin conocer sus rutas y vías alternas de escape. Les detallé cómo de manera prepotente y egocéntrica, sintiéndome Juan Camaney, me interné en su traicionero glaciar.
Jamás se debe pretender comenzar una tarea de arriba para abajo. Es imposible querer aprender matemáticas II, sin haber cursado primero matemáticas I. Quise comenzar conquistando la montaña asesina y de verdad que casi me costó la vida. Todavía sufro las secuelas físicas y emocionales de semejante error. Cuando la charla concluyó -también les hable de las montañas reales que logre subir- existía una atmosfera de algo que consideré un verdadero interés de los muchachos por preguntar, pero, sobre todo, ojalá y haya conseguido sembrar en sus mentes y corazones una semilla de algo que los haga crecer como seres humanos. Un grano de arena que les sirva para un sano desarrollo de sus personas. La montaña asesina sigue cobrando muchas vidas a diario. Ojala y mi testimonio sirva de alerta.


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