domingo, 7 de enero de 2018

Desde la finca

Con el sombrero raído por el uso 


Reponiéndose de la resaca del fin de año, donde con la humildad de las carencias la cosecha permitió que pudiera haber gusto y abundancia de una cena moderada pero abundante, con honestidad. Pletórica  generosidad de la caña que en esta tierra abunda. Y que los ingenios convierten en delicado elixir, la velada del fin de año se convierte en un significativo festejo. En año nuevo sobran los deseos, los anhelos, se expresan con la sinceridad de la gente del campo que vive de un trago de generoso aguardiente de caña y pollito rostizado, hicieron la diferencia de las noches frías. El recuerdo de unas golondrinas de despedida, olvidadas por otras costumbres, dan al rancho otra noción. En la final el año nuevo es distinto. Reina la esperanza, la fe, que en el campesino es la vida. El calendario es lo de menos, la verdadera esperanza es que la tierra siga siendo generosa. Y así es la tierra da vida en abundancia. La tierra reconoce los inviernos, y lo fríos, sabe cuando llueve y cuando tiene sed. El viejo cortador, curtido por los muchos inviernos, observa la finca cargada de rojos frutos y lo único que hace es atardecer, al creador, que cada ciclo, abunde, esperanza. Agradece, al sol, a la lluvia, a las frutas y la cosecha. Con un cuchillo filoso que pela un jugosa naranja, ve al horizonte las laderas, generosidad solo, sin el ruido de los cortadores que siempre escucha, hace una reflexión profunda que el mismo universo envidiaría por su profundidad  “ el invierno es abundancia, solo hay que entenderla, el creador, dispuso que no nos falte nada, solo hay que entenderlo”. Ve al cielo y enciende las luces del entendimiento, que dios está en el interior, más que en el amanecer. Entiende que gradecer es la mejor manera de conectarse con el creador, que dar gracias es obtener las bendiciones de la vida. Para el viejo campesino, dios es la luz, la vida, lo siente en el fondo de su ser, lo respira y lo ilumina, dios es la tierra, es la cosecha, es el amor y es la abundancia. La lámpara de Diógenes es opaca a la luz del cocimiento del viejo cortador que en horizonte ve la sabiduría y la iluminación. No busca al hombre honesto busca al campesino realizado que tiene un haz de  amor  en su corazón, sabiduría es su cerebro, y riqueza en el corazón. A Dios lo lleva dentro. En el entendimiento que le enseñó la experiencia, Dios es amor. Que el campo es el paraíso. Que el cielo es el amor. Que el ser supremo es el mismo hombre Que la cosecha es bendición. Y que el producto es bendición. La comprensión. Es el infinito. La naturaleza es la misma virgen. La moruna y la piocha son testigos de su pronta elección.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario