domingo, 7 de enero de 2018

EDITORIAL

Entramos en el 2018 con el velo de ser un año pre-electoral donde la actividad político-partidista se desborda y las “buenas acciones” de los candidateables se convierten en una constante.

Un año preelectoral puede tener muchas connotaciones, una de ellas es el derroche de recursos que suelen hacer los partidos y organizaciones que aspiran poner a uno o más representantes en los puestos de elección popular. El otro es la activación de obras y acciones gubernamentales en un esfuerzo, en este caso del partido de gobierno, por mantener o elevar los índices de popularidad y el nivel de aceptación de su gestión por parte del pueblo.

Las características que han definido la relación gobierno y oposición hacen ver que la batalla continúa, y los ataques de uno y otro bando desgastarán el debate que anhela la población. Lo único que espera la mayoría es que esta confrontación se mantenga en los linderos democráticos e institucionales y que para nada afecten el curso de nuestra economía.

Sobre este tema las perspectivas siguen siendo favorables toda vez que las proyecciones mantienen a Panamá como el país con mayor crecimiento en Latinoamérica. El Fondo Monetario Internacional estima un crecimiento para el cierre del año 2017 de 5.3 %, lo cual puede considerarse como muy positivo pese a que el porcentaje fue modificado hacia la baja respecto a las estimaciones de inicio del año pasado. Por su parte, el Ministerio de Economía y Finanzas de Panamá anunció que según sus apreciaciones y análisis el crecimiento del país en el 2017 alcanzó el 5.5%

Para el año 2018, el FMI calcula un crecimiento del 5.6%, muy ajustado a las perspectivas anteriores.

En medio de este contexto, la percepción generalizada es que el 2017 se despidió signado por una brusca desaceleración de las inversiones y una creciente inflación. Esperemos que en este nuevo período calendario el país se reactive y la gente pueda ver mejoras en su situación.

Cada día, en este México del nuevo siglo, millones de compatriotas se despiertan con el sol y se duermen con el hambre.

Nacen miles de niños cada día en este México de profundos contrastes, y se prenden al seno materno que es incapaz de darles el alimento nutritivo que sus pequeños cuerpos reclaman.

En tanto, los medios de comunicación trasmiten las veinticuatro horas de cada día imágenes de una clase política bien nutrida, hasta obesa, así como recetas de chefs que les aconsejan y preparan platillos gourmet, sin faltar figuras de políticos bien vestidos y maquillados que nos dan sus mensajes de aliento y datos alegres sobre sus “logros” y “avances” en beneficio del “pueblo que representan”.

Una campaña enfermiza y machacona se transmite todos los días, todas las horas, trayéndonos mensajes de productos maravillosos, de personajes grandiosos, de seres exitosos.

Pero las mentiras, aun repetidas millones de veces, no se tornan en realidades ni siquiera en los maquillados porcentajes de los complejos estudios económicos, o en las cifras de “disminución de la pobreza”, “aumento de sueldos” o “mejorías en la calidad de vida” que se publicitan oficialmente.

Los millones de gentes sin empleo, otros tantos con salarios miserables, los cientos de miles marginados de la seguridad social, los preocupantes niveles crecientes de enfermedades, todos son un mentís a las cifras alegres de los gobiernos mexicanos en todos los niveles.

Con nuestras riquezas saqueadas, el entreguismo creciente de gobernantes cedentes del poder a mandos económicos, así sean extranjeros, el panorama para los mexicanos no es el más promisorio para el año por iniciarse.

No hay más salida en lo político que las elecciones de 2018, y eso si no se convierten en el punto crítico por reprobables manipuleos electorales o aparición de cifras maquilladas a través de algoritmos en medios cibernéticos.

La declinación de los niveles de vida es notoria y creciente.

Los vicios de un sistema político también.

La injusticia social cabalga entre las masas humanas diseminadas por todos los rincones de la patria.

Por ello las preguntas de este editorial: ¿FELIZ NAVIDAD? ¿PRÓSPERO AÑO NUEVO?

La reflexión final queda a cargo de nuestros lectores.



















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