El trabajo de los físicos es denominar cada aspecto de la materia y sus propiedades de tal manera que se pueda medir, es decir, las unidades utilizadas en la ciencia permiten establecer diferencias entre magnitudes y es algo relativamente sencillo de instituir, por ejemplo, al definir un kilogramo se ha hecho a partir de un cilindro prototipo compuesto por una aleación de iridio y platino; visualizar algo como esto es simple, y de manera muy general puesto que a esta cantidad de “peso” se le llamó kilogramo y luego sólo se ha replicado. Existen unidades de medida que su denominación es menos sencilla, como es el caso del tiempo, un segundo se define como: “La duración de 9,192’631,770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0° K”. Sin embargo, se ha permitido al hombre común gozar de comodidad al poder consultar la hora en casi cualquier parte sin tener que preocuparse por lo dicho anteriormente.
Todo lo podemos medir, pero primero debemos saber lo que vamos a medir y cómo hacerlo. Desde que la explicación de la gravedad tuvo una definición y explicación aceptable en la época de Newton, se han podido hacer muchos avances, descubrimientos y contribuciones gracias a que esta teoría se fundamentaba en leyes que se cumplen, sin embargo, el concepto de la gravedad jugaba un papel incógnito porque no es algo que podamos replicar en un laboratorio, a diferencia de la luz, por ejemplo, que existen mil maneras de crearla y describirla, además podemos hablar y describir el fotón como la unidad elemental de la luz pero en el caso de la gravedad el teórico “gravitón” dista de los hechos todavía.
Básicamente, la gravedad se crea en el momento en que se crea la materia y como esto es una constante en el universo no sería posible ver el nacimiento a voluntad de la materia y con ello, de la gravedad. Las teorías de la relatividad y la cuántica trajeron consigo consideraciones de otro tipo en los aspectos de la materia y la energía, en las cuales se da paso a que la gravedad pueda desentrañarse y contemplarla de un modo distinto. Si el gravitón fuera un hecho debería tener un medio de propagación que en ese caso serían ondas gravitacionales. Imaginemos que a cierta distancia ocurre una explosión, las ondas de sonido generadas por dicha explosión viajan hacia nosotros y segundos después las percibimos, algo así tendría que ocurrir con el caso de las ondas gravitacionales.
Para fortuna de los astrónomos, físicos y demás científicos ya ha ocurrido un fenómeno que permitió la contemplación de estas ondas el 17 de agosto de 2017. Ese día se detectó el choque de dos estrellas de neutrones a una distancia de 130 millones de años luz de la tierra, debido a las condiciones tan extremas de energía que contienen las estrellas de neutrones, un choque provoca que por instantes la magnitud de las condiciones de velocidad, temperatura, presión se eleven a valores gigantes provocando fenómenos extraordinarios como la producción de elementos pesados como el oro, platino y uranio (se estima que este fenómeno produjo entre 40 y 100 la masa de la tierra en oro). A partir de ese día los telescopios apuntaron a esa ubicación y empezaron las observaciones y el inicio en el trabajo con lo que en poco tiempo se empezará a dar claridad sobre el tema de la gravedad.
Cabe destacar que Einstein predijo estas ondas hace más de cien años, en 2015 se comprobó una teoría que las confirma pero apenas el año pasado se han podido observar, el trabajo ahora es iniciar de una manera básica el análisis de lo que ha sucedido para que poco a poco tengamos una idea más clara de todo aquello que nos rodea.
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