martes, 13 de noviembre de 2018

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez



Para llegar y para quitar: larga la espera

Abracadabra, toc toc.- ¿Quién es…? Soy la inesperada. Esta casa no se abre, sigue de largo, llega a los pinos, ahí encontrarás al nuevo innombrable, al verdugo de la nación, ungido emperador dizque por intelectuales, juventud desolada, senectud resentida, población lastimada.

Espera que desespera, hora que se añora, esperanza que apacigua, rebeldía sin sosiego, noches sin mañana, conciencia ofuscada, inteligencia atracada, moral doblada, inocencia ultrajada. México, ¿qué será de ti? cuando por una inercia irracional, marchando al compás de una tendencia del mundo global, se te pone en el umbral peligroso, no de ver al futuro, sino de volver a un pasado cuyo tránsito fue doloroso.

Ridícula ironía: jóvenes delirantes reclamando un país de oportunidades, de libertades, constituciones sólidas, progresista y justo; un ejército de trabajadores mayores para los cuales la tranquilidad pende de un hilo muy delgado, tan delicado como el estado financiero de los sistemas pensionarios. Una élite empresarial reclamando certidumbre como sustento de la confianza para invertir sus excedentes de riqueza. Una clase media casi inexistente que aunque poca, conserva la ilusión por escalar. Una jerarquía religiosa acostumbrada al trato de privilegio, por cierto, muy alejada de la máxima bíblica atribuida al único y auténtico mesías: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Profesionales de la educación abominando de la evaluación, triste contradicción: sin evaluación, no hay educación. Un pueblo sumido en la desesperación, lastimado, dolido, ofendido por los excesos de una clase política sin escrúpulos, proclive a la traición, que ante el menor viso de tempestad abandonan el barco en el que han realizado largas travesías cosechando lo que no han sembrado y amasando fortunas al amparo del poder.

Todos  unidos en una intención consumada en las urnas, gran decepción, pobre nación, qué desilusión. Ante un gran simulador un pueblo con fe, con hambre y con sed. Grande ha sido el error, hay mucho temor. La espera será larga, la lucha mayor, si la encuesta es su arma, tenemos la voz, pues aún quedan resabios de razón. Qué dura lección, se aboyó la corona del intelectual, también se equivoca, también se corrompe en el afán de poder y sabe decir ‘sí señor’ mientras inclina la frente. ¿Quién nos pensará?

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