martes, 28 de mayo de 2019

Los tres príncipes de Serendip



Cuenta una historia del medio Oriente que un rey llamado Giaffar tenía tres hijos a los que amaba profundamente y a los cuales llenó de regalos, educación y riqueza; siendo al mismo tiempo, unos hijos muy nobles e inteligentes. El rey estaba interesado en que en un futuro fueran buenos gobernantes y la mejor manera de serlo es que vivieran de cerca la cotidianeidad del pueblo. 

Visitando los caminos aldeanos vieron unas huellas de camello por lo que pudieron deducir que era un camello cojo, ciego de un ojo, que viajaba cargando mantequilla y miel, que le faltaba un diente y que llevaba a cuestas a una mujer embarazada. Poco tiempo después un mercader buscaba al camello pues había sido robado, y al escuchar la historia de los príncipes los acusó del hurto ya que era muy sospechoso que supieran tantos detalles sin haber visto al camello. 

Al ser llevados ante el emperador Beramo, este les preguntó cómo es que sabían tantos detalles ante lo cual, los príncipes expusieron: El camello había comido hierba del lado del camino donde era menos verde, así que debía haber sido ciego de un ojo. Había a lo largo del recorrido montoncitos de hierba masticada, del tamaño del diente de un camello, que debieron caer por el hueco del diente que le faltaba. Las huellas mostraban que arrastraba una pata, así que debía de ser cojo. Había hormigas en un lado del camino, atraídas por la mantequilla derretida, y moscas en el otro, por la miel derramada. Junto a las huellas del lugar en que el camello se había arrodillado, estaban las de unos pies y, junto a ellos, orina de una mujer. Había también huellas de manos, por lo que supusieron que la mujer estaba embarazada y tuvo que apoyarse en sus manos al orinar. 
Mientras duraba el juicio, el camello apareció y los príncipes fueron librados de toda culpa y el emperador cautivado por su sabiduría, los despidió con regalos y bendiciones. 

Esta historia es el referente a lo que se conoce como serendipia o los descubrimientos que se hacen por casualidad, aquí en México decimos “descubierto de chiripa” que al final de cuentas, proviene de la misma palabra. En la ciencia existen muchos casos de descubrimientos por casualidad, los más conocidos es el de la penicilina, los rayos X, el microondas o el teflón, pero hay también casos muy curiosos y no tan conocidos como los siguientes: 

En los años noventa, el laboratorio farmacéutico Pfizer trabajaba en un nuevo medicamento para tratar cardiopatías, el sildenafil, un componente que dilata los vasos sanguíneos. Durante los ensayos en pacientes con problemas cardiacos notaron que no había mejorías en sus padecimientos pero todos los que lo tomaron notaron un efecto secundario que los avergonzaba junto con las enfermeras que los atendían pues no podía evitar tener erecciones; este hecho llevó a que los estudios se perfilaran hacia el tratamiento de disfunciones sexuales en hombres, naciendo así el famoso viagra. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Los nazis hunden un buque norteamericano que cargaba gas mostaza, este químico estaba prohibido desde la Primera Guerra Mundial. Cuando los médicos trataron a los afectados tras el hundimiento notaron que habían reducido drásticamente sus conteos de glóbulos blancos, esto les llevó a pensar que este químico podría ser administrado en dosis controladas para tratar algunos tipos de cáncer como la leucemia o el linfoma ya que son enfermedades con un exceso de glóbulos blancos cancerígenos. 

La película de seguridad para automóviles tuvo su nacimiento en el laboratorio del químico Édouard Bénédictus, cierto día se le cayó un matraz al piso y notó que en lugar de que estallará en muchos pedazos, este sólo se quebró pero mantuvo su forma original, antes de esto, el utensilio había almacenado un poco de nitrato de celulosa que se había evaporado pero dejado una pequeña película que sirvió para mantener los pedazos unidos. 

Como vemos, aunque tengamos todos los hechos de nuestro lado y que no haya fallas en nuestras deducciones, muchas veces es mejor que “de pura casualidad” encontremos al camello. 

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